Enrique Martín es un técnico más que peculiar. Toma el mando del banquillo del Córdoba a sus 63 años, tras toda una vida dedicada al fútbol. Su llegada a la ciudad ha tenido un gran impacto en la afición blanquiverde y en todos los cordobeses. En esta entrevista se muestra relajado, tranquilo, regusta las palabras y es enemigo de las respuestas simples. Lo suyo es la elaboración y la maduración.

Fruto de ese largo recorrido en los banquillos, reconoce haber cambiado su forma de entender el fútbol y la gestión del vestuario. Incluso, concede a sus futbolistas que «no quiero que hagan todo lo que yo les diga». Le gusta que sus jugadores hagan «una toma de decisión por encima de lo que hay», aunque reconozca que «conlleva que pueda cabrearme». Es un hombre de contrastes, considera vital que haya «un liderazgo en el campo», y cree que el Córdoba está armando un equipo competitivo.

-¿Es la primera vez que viene a Córdoba?

-Sí, había estado con algunos equipos y luego, también, estuve con mi mujer y mis hijas. Cuando he venido con los equipos siempre me ha parecido una ciudad agradable y bonita.

-¿Qué idea tenía del Córdoba?

-Yo llegué a jugar en el antiguo El Arcángel en el año 78, en Segunda B, cuando estaba en el Lleida. En el nuevo estadio no he jugado pero he venido de entrenador con Leganés, Osasuna y creo que también con el Xerez.

¿Cómo espera volver a animar a la afición tras el descenso?

-Cuando las cosas no van es normal que la gente se decepcione. Pero yo guardo la imagen del penúltimo partido que vine, con Osasuna. Estábamos los dos equipos arriba y me impresionó mucho el recibimiento que hizo el público al equipo, con las bufandas y cantando el himno, me dejó impresionado. Me pareció muy bonito, muy interesante. Fue una sensación muy buena que me produjo ese recibimiento. Uno imagina que vivirlo desde el banquillo de casa tiene que ser muy bonito.

-La melena la trae de serie, solo le falta la barba, porque la gente le ha recibido como a un Mesías.

-Yo lo acepto todo, respeto a todo el mundo y a partir de ahí, quiero centrarme en el trabajo. Hay que entender que hay gente que pueda opinar igual que tú, gente que opina diferente, y hay que respetar.

«La afición del Córdoba cantando el himno me dejó impresionado»

-Pero la gente le espera como el salvador.

-Bueno, yo lo que sí digo es que estoy muy ilusionado desde que me propusieron esta posibilidad. La mente me dio un chispazo en ese sentido. Córdoba es sinónimo de gran ciudad, el recuerdo que tengo es grato, es verdad que el año pasado las cosas no salieron bien, pero el anterior mantuvieron la categoría. Aquello empezó cuando vine con el Albacete, que nos ganaron 1-0, y luego el boom con la salvación. Y ahí ves que la gente está totalmente identificada con el equipo. Creo que las cosas se están haciendo bien, la gente en Córdoba es apasionada, y los que llevamos mucho tiempo en el fútbol sabemos que cuando ganas es todo muy bonito, y cuando pierdes es justo lo contrario. Me ilusiona que el 30 de junio el Córdoba esté entre los 40 principales.

Enrique Martín junto al director de Diario CÓRDOBA, Rafael Romero (d), y el redactor jefe de Deportes, Rafael Aranda (c). / FRANCISCO GONZÁLEZ

-¿Entrará el Córdoba en la LFP en un pepino? ¿Cómo es el bólido que se está diseñando?

-Yo creo que se está apañando un buen coche, fiable. Ahora hace falta que el conductor tenga la suficiente habilidad para que no se le vaya en alguna curva. Queremos ir a buena velocidad, no está prohibido ganar cuatro o cinco partidos seguidos. No nos van a sacar la foto con el radar, así que vamos a tratar de ir a una buena velocidad, pero disfrutando del camino. Y al final, conseguir la meta. Siempre digo que hay que disfrutar del camino, porque si no sería muy fácil. Disfrutar no significa cachondeo, significa trabajar día a día, hacer las cosas bien y no pensar más allá, no darle muchas vueltas porque no conduce a nada. El tema está claro y no hay que ir más allá.

-¿Su filosofía es una especie de «conformismo vitalista»?

-Es importante, hay que aceptar las cosas, que no significa ser sumiso sino ser responsable. Cuando aceptas, tu mente no se desvía a las preocupaciones. No puedes vivir la vida pensando en lo de ayer, o con la preocupación de que tenemos que subir. Tenemos que hacer el recorrido, y en el recorrido van a pasar cosas. Habrá gente que opine igual que tú y otros que no. Si lo aceptas todo, estás más centrado en tu trabajo, sin estar preocupado. Nadie viene al Córdoba a ver lo que pasa, yo tengo claro dónde vengo.

«Córdoba es sinónimo de gran ciudad, la gente está totalmente identificada con el equipo»

-¿Qué supone para usted que su mero nombre genere ilusión en el cordobesismo?

-Es bonito, genera quizás un poco más, inconscientemente, de responsabilidad. Pero lo acepto, me agrada y me invita a mostrarme auténticamente como soy y a disfrutar. Trabajamos en fútbol y hay que darle vueltas a las cosas, pero cuantas menos mejor. Cuando voy a un club doy todo para llevarme la experiencia de la gente, el contacto con la ciudad, que de aquí a que me vaya a Pamplona tengo que ver todas las cosas que hay en Córdoba, entrar en contacto con la gente. Me gustaría que de alguna forma este trayecto que hemos iniciado se alargue en el tiempo, hay mucho que disfrutar aquí, no solo fútbol, también la ciudad. La última vez que estuve en Córdoba, viendo un partido para seguir a un jugador, hace tres o cuatro años, nos alojamos en un hotel en la sierra. Era una noche maravillosa y le dije a mi mujer que si algún día viniera a Córdoba no me importaría venir aquí, porque se estaba muy bien. Seguro que daremos una vuelta y regresaremos a ese hotel para tomar un refresco, porque fue un momento en el que hice un comentario y al final acabó saliendo. En otra ocasión, Roberto Fernández me dijo que si algún día podía, me viniera a entrenar a Córdoba, una ciudad impresionante. Han pasado un montón de años y aún recuerdo eso con cariño, porque vi que le salía de dentro. Y aquí estoy. La categoría es Segunda B, pero no he venido con esa sensación. He venido al Córdoba, como si está en Regional. Además, la proposición de lo que el club quería montar ha facilitado esa llegada.

-¿Cómo se trabaja con una plantilla a medio hacer?

-Hay que completar una plantilla de 20-21 jugadores, y prácticamente son todos nuevos completando los entrenamientos con chicos de la cantera. Son momentos para calibrar y valorar a estos chavales, que tienen una ilusión muy grande por salir adelante. Hay muchos alicientes. Queremos hacer un equipo potente que nos lleve a conseguir el objetivo. Pero en este trayecto, estos chicos están mostrándose y se ven cosas interesantes. Me gusta mucho el tema de cantera y si hay un chaval que se lo va ganando, irá para dentro.

-¿Destacaría a alguno de los canteranos que están trabajando con usted?

-A todos. Llevamos dos entrenamientos, a medida que van pasando sesiones ellos van creciendo, se van soltando. Y se van viendo cosas interesantes, cada día ves unas nuevas. Es verdad que este año la exigencia es muy grande, la máxima, y habrá gente veterana, con los papeles en regla por así decirlo, que tengan de salida esa responsabilidad. Pero si veis mi trayectoria, me encanta dar chance a la gente joven. El año pasado en el Nástic salieron tres o cuatro jugadores que les di la opción, y son jugadores jóvenes y cotizados. Aquí va a pasar lo mismo, no me voy a cerrar a nada. Es interesante que el Córdoba tenga jugadores jóvenes, que han estado fuera y son cordobeses. Porque para mí el sentimiento existe. Cuando he ido en un momento puntual a ver a Osasuna, y en una foto del once inicial no había ningún jugador navarro, lo siento, y con el respeto máximo a los profesionales, llámame romántico o como quieras, pero no era mi Osasuna.

-¿Puede haber algún regreso más de un hijo pródigo cordobés, como Javi Flores?

-Javi Flores es un futbolista que jugó más de 30 partidos el año pasado, y el anterior jugó 37. Además, viene súper motivado, se encuentra bien, está en plenitud. Antes con 33 años estaba el retiro del futbolista, alguno se iba a los 35. Hoy en día, con 35 o 36 años es bastante habitual ver jugadores en activo. La cultura, la alimentación, el descanso, la preparación, todo ha evolucionado. No hay futbolistas con exceso de peso, dos kilos por arriba ya es una exageración. En mis tiempos, llegábamos a pretemporada y los había hasta con ocho kilos de más. Tenía compañeros que se ponían sus plásticos, sudaban y se quitaban el exceso. Porque durante las vacaciones nos hinchábamos a comer y a beber. Hoy en día, los jugadores están súper estilizados y se controlan mucho, y ello hace que sus carreras sean más largas.

«Queremos ir a buena velocidad, no está prohibido ganar cuatro o cinco partidos seguidos»

-¿Se está perdiendo la chispa del fútbol antiguo, más auténtico?

-Estamos un poco encorsetados, ese chico de la calle, con ese comportamiento, se está perdiendo. Hay mucha información. Me gusta facilitar la información máxima al jugador, pero me gusta ayudarle a que saque su talento. No quiero que haga todo lo que yo le diga, lo más bonito es una toma de decisión por encima de lo que hay, eso me gusta. Conlleva que pueda cabrearme, pero hay jugadores con más personalidad y descaro que toman ese camino. Cuando estás dentro del campo, en un momento puntual debes tener la personalidad suficiente para tomar otro camino distinto. Muchas veces, si le haces caso al entrenador, te equivocas.

-Se dice que es un entrenador con mano dura. ¿Es cierto?

-No, qué va. A medida que va pasando el tiempo uno va evolucionando y trata de colarse en la persona de otra manera. Siempre nos queda un poco el ramalazo que cada uno tiene. En un momento puntual tomé la decisión de formarme en otras ramas, porque de la manera que lideraba antes veía que no podía seguir. Puedes tener la misma autoridad con otras herramientas.

El técnico Enrique Martín, tras la entrevista. / FRANCISCO GONZÁLEZ

-Sin embargo, los líderes dentro del vestuario son necesarios.

-Sí, es conveniente. Entiendo que un buen vestuario tiene que tener un núcleo duro. Esos cinco o seis jugadores con personalidad, con veteranía y saber estar, que saben leer los partidos. Al final, el entrenador desde fuera puede orientar. Pero he tenido equipos con un liderazgo dentro del campo impresionante, y he tenido alguno que otro sin un líder. Y cuando no hay un líder en el campo todo está mucho más disperso. El año pasado nos pasó en el Nástic, y creo que al Córdoba más o menos, desde lejos, puedo pensar que le pasó lo mismo.

-¿De ahí su apuesta por Chus Herrero y De las Cuevas?

-Son jugadores que tienen su personalidad, su carisma, también en los casos de Javi Flores y Raúl Cámara. Estamos haciendo un equipo muy consolidado, con gente con mucha experiencia y con calidad. Varios de ellos tienen uno, dos hijos, que parece una tontería pero es importante. La estabilidad familiar que pueda tener esta gente se transmite al campo. Si tienes mucha gente joven sabemos lo que pasa. Tenemos una mezcla de gente más veterana con gente con menos experiencia, y haces un buen cóctel. Pero tienes que tener un núcleo duro que sirva para alinear al resto, siempre con respeto. Se está generando un núcleo en el vestuario que me gusta mucho.

«Vengo con la ilusión de subir al Córdoba y que mi estancia dure un tiempo más»

-Y ahora faltan llegadas en la zona de ataque.

-Claro. El equipo de Segunda está esperando lo que llegue de Primera, y el de Segunda B lo que viene de Segunda. Porque quieres acceder a una serie de jugadores que tengan nivel y marquen las diferencias. Yo creo que se están haciendo las cosas bien, de atrás adelante, poco a poco se va haciendo el molde del muñeco, aunque aún quedan cosas.

-¿Le seduce jugar con tres centrales y dos carrileros, como hizo en Tarragona?

-Bueno, hemos partido de esa base. Es una línea que el año del ascenso nos fue muy bien. Manejamos bastante bien ese sistema. Luego, tienes que tener la gente idónea. Pero tampoco hay que obsesionarse con los diferentes sistemas, a lo largo del campeonato podremos variar. Iremos ensayando otros sistemas para que todo el mundo esté familiarizado y cada semana se tome la decisión más conveniente, estando el jugador adaptado. Es verdad que este sistema es menos habitual para el jugador, y por eso hemos empezado por él, para que le vayan cogiendo el tranquillo. Como todos, tiene sus pros y sus contras.

-¿Le gusta que el balón esté presente en los ejercicios físicos?

-Sí, nos gusta mucho que el balón, desde ya, esté presente, para que la gente vaya cogiendo el tacto. En mis tiempos te pegabas unas semanas sin ver un balón, solo corriendo. Se ha ido evolucionando y se va viendo que los equipos están físicamente bien trabajando de esta manera. Es una forma también de tener al jugador contento, pero se le exige mucho. Trabajan mucho más de lo que piensan que trabajan. También hay que introducir carreras de vez en cuando, pero al jugador lo que le gusta es el balón, y cuando lo tiene se cansa más a gusto.

-Hablando del balón, muchos recuerdan cuando, siendo entrenador del Leganés, le quitó la pelota a un extremo del Badajoz.

-Bueno, pienso que fue un acto reflejo y, evidentemente, tuvo un boom creo que mundial. El alcalde de Leganés, en una entrega de premios, hizo la broma de decir que estaba agradecido a esa circunstancia, que había hecho que se hablara en todo el mundo de Leganés. Fue una anécdota, realmente lo pasé mal. Al principio me llamaron de casa para decirme que había salido en el telediario. Luego se fue olvidando, entre comillas, pero sé que cuando me muera dirán que falleció aquel entrenador que metió la gamba en Leganés. Quedó en anécdota, estuvo muy mal de mi parte y espero que no pase más.

-Todos esperan que pase a la historia como el entrenador que devolvió al Córdoba a Segunda.

-Pues esa es la ilusión que uno tiene, y que con este inicio de trayecto he venido a hacer. Vengo con la ilusión de acabar con el Córdoba en Segunda División, y ojalá que este inicio sea la estancia de Enrique en Córdoba durante algún tiempo más. Me gustaría que este proyecto tuviera una continuidad, y esa es la ilusión.

-¿Hay tiempo suficiente para formar la plantilla?

-Lógicamente me gustaría que estuviera todo el grupo aquí. Pero este es el handicap para hacer un equipo como lo quieres hacer. Tienes que esperar a algunos jugadores que tienen la duda. Cuando aparece el Córdoba, la categoría puede frenar algunas llegadas en algunos casos. Pero, por otro lado, el Córdoba toca la fibra. Hay que esperar, forma parte del trayecto. Espero que, al final, a la gente que venga le cueste muy poco adaptarse. Tenemos toda la pretemporada para ir cohesionando a todo el grupo.

-¿Cómo es Enrique Martín?

-No lo sé. Yo me veo como un buen tío, que trata siempre de ayudar a la gente. En mis plantillas trato de colaborar en su mejora profesional, por supuesto, pero me gusta colaborar en su mejora personal. A través del tiempo he ido comprendiendo muchas cosas, cuando eres más joven no reparas en ello. Vas creciendo, ampliando conocimientos, y te percatas que entrando a la gente por el aspecto personal obtienes un mayor beneficio profesional. Me gusta mostrarme así, ese soy yo. Mi filosofía está muy clara: según te muestras, la gente se muestra. Cuando me muestro no espero nada, acepto todo. La reacción es diferente dependiendo de cada persona. Hoy he recibido un mensaje de un futbolista que tuve, un club me pidió opinión de él, le recomendé su fichaje y el jugador me lo ha agradecido. Para mí eso es un motivo de satisfacción, es un alimento muy grande. Otros igual no pierden el tiempo en este camino, pero a mí me gusta, me satisface mucho.

«¿Que en Córdoba hace 45 grados? Pues vale, qué pasa»

-¿Cómo lleva la adaptación al sur?

-Maravillosamente bien. Siempre he tenido la ilusión de dirigir en Andalucía. Tuve la opción de entrenar al Xerez y fueron cinco meses maravillosos. Deportivamente estuvo bien, pudo haber estado mejor, pero socialmente fue impresionante. Esa forma de ser de la gente andaluza me encaja muy mucho. Pero también es verdad que yo pongo mucho de mi parte. Mi mujer me suele decir que nunca me ha oído hablar mal de ninguna ciudad por la que he pasado. Mis amigos me decían que en Córdoba hace 45 grados. Hace calor, bien, lo acepto. No puedo venir a Córdoba pensando en el calor que hace. ¿45 grados? Pues vale, qué pasa. Si no, estoy muerto.

Enrique Martín es un hombre de respuestas reposadas y largas. / FRANCISCO GONZÁLEZ

-El año pasado se pidieron firmas para ponerle una calle a Haviland Carrier, el inventor del aire acondicionado.

-Me parece ideal (risas).

-¿Ha corrido alguna vez delante del toro en los Sanfermines?

-Sinceramente no, voy a ser franco. Con 17 años entré en la plaza de toros con unos amigos, lo cuento como anécdota, no por estar orgulloso de esa decisión. Me metí allí, me empezaron a temblar las piernas y les dije que no podía más, que me iba a la cafetería a desayunar chocolate con churros y que les esperaba allí. Una vez fui a la plaza a ver el encierro, y entró uno de mis amigos, que me decía que corría todos los días el encierro. Y le vi entrar el primero a la plaza, prácticamente cuando los toros salen del corral. Ahí igual corro yo también (risas). He tenido jugadores, por ejemplo César Cruchaga, que corría siempre en las mismas astas del toro. Los Sanfermines son un sentimiento de los navarros, solo que algunos somos menos valientes que otros.

-Tiene pinta de rockero. ¿Qué tipo de música escucha?

-Hay un cantante que me gusta mucho por los mensajes que transmite en sus canciones, los he aplicado en mi vida, es Fito y Fitipaldis. Antes de pasar por el quirófano me pusieron su canción Antes de que cuente diez, y hay una serie de mensajes muy interesantes. Uno de ellos dice que no voy a sentirme mal si algo no me sale bien. Me guardo esa canción con mucho cariño, porque hay que vivir el presente súper a tope. De ese modo no te dispersas con lo que pasó atrás o lo que pasará adelante. Córdoba, calor, subir a Segunda, entrenar, disfrutar y ser responsables.

-Fito sonaba en la megafonía de El Arcángel. Ahora suena el Equipo A. ¿Hay que ir al fútbol como a la guerra?

-Pienso que no, hay que tomarlo de otra manera. Siempre ha habido lecturas. Vídeos que se ponían a los jugadores con personajes con espadas, en una guerra. Me parece bien que los jugadores pongan su música, que dentro del vestuario cada uno se concentre a su manera. Pero esto de ir a la guerra es un poco exagerado. Hay que competir, pero se ha ido magnificando todo esto. Cada uno utiliza las armas que cree para concentrarse y estar más metido en el partido. Cada futbolista tiene su ritual.

«Hay que vivir el presente súper a tope, de ese modo no te dispersas con el pasado o el futuro»

-¿El fútbol es lo más importante, o es algo más que eso?

-Fíjate la cantidad de gente que mueve el fútbol en el mundo. Todos luchamos por ganar, pero la sensación que tengo es que cuando un equipo pierde hay frustración, pero el jugador tiene más interiorizado que puede pasar, no es tanto el drama. Aunque las imágenes hacen ver que es un verdadero drama, uno llora un momento, pero hoy en día la gente se recupera un poco antes. Aceptamos de salida que puede pasar. Antes había más rabia, más drama en el fútbol.

-Pero sigue habiendo aficionados que se van a la cama sin cenar si pierde su equipo.

-¿Tú crees que sigue pasando? Pues hay que llegar a un punto en el que eso hay que interiorizarlo, no hay que castigarse de esa manera. Y de igual modo al aficionado, el futbolista. A diferencia de antes, en los estadios el nivel cultural de la gente ha subido muchísimo. Entre unas prohibiciones y otras, líneas de la Liga y de la Federación, ya no se insulta tanto como antes en los estadios. Antes había insultos gravísimos, y hoy en día no es muy habitual escuchar aquellos insultos, yo eso lo he percibido. Hoy el aficionado sacia esa frustración o esa mala leche en las redes sociales. Ese bolo que se queda ahí porque tu equipo ha ganado, o ha perdido, se deriva a las redes sociales. Yo he llegado a ver a un notario al que conocía, un señor de ir a misa todos los días, como decía mi tía, un señor serio y educado en un partido de fútbol, y no creer lo que estaba viendo. La gente se transformaba en el estadio, y los que estábamos en el terreno de juego pagábamos todas las historias personales y profesionales de los asistentes. Ahora, la gente está más educada.