-¿Cuándo toreó su último festejo?

-Fue una corrida de toros en Chinchón (20 de octubre de 2018), a las órdenes de David Mora. Esa fue mi retirada pero la coleta me la cortará, en la plaza francesa de Arlés, mi amigo el matador de toros Juan Bautista (el próximo 7 de septiembre), que se retirará conmigo esa tarde. Es la primera vez que en esta histórica plaza se retirarán dos toreros a la vez.

-¿Cómo se le ocurrió ser torero?

-En casa estábamos dos toreros, mi hermano Antonio, que es el mayor, y yo. También mi padre, que había sido novillero, y claro, todo eso influía. Nosotros vivíamos en la calle Cerámica, en la barriada de Cañero. En la misma calle vivía Fernando Tortosa (que luego fue matador de toros). Este chico era lazarillo de mi abuelo, que era invidente, y de este trato con él y hablándome de tentaderos y capeas me entusiasmó con la idea de ser torero

-¿Y cuándo torea por primera vez?

-Me apunté a la escuela taurina que había en el cine España. Un día nos llevaron a un tentadero en la finca de Espinosa de los Monteros, y allí toreé por primera vez una becerra. Tenía yo entonces catorce años.

-¿Y cuándo debuta de luces?

-En la plaza de toros de Córdoba con El Pión y José Luis Ramón. Corté dos orejas y salí por la puerta grande a hombros de los hermanos costaleros de la Hermandad del Caído, que me llevaron así hasta el hotel.

-Y comienza su peregrinaje por diferentes plazas...

-Aquí comienza mi carrera. Después toreo en Écija, Montoro...

-¿Y por qué decide hacerse subalterno, si las cosas le iban bien?

-Mire, al haber en casa otro torero, mayor que yo, me pareció que mi padre le prestaba más atención a él. Entonces decido apartarme un tiempo. Cuando vuelvo, empujado por mi afición, había muchos novilleros muy buenos y opté por ser torero de plata. Mi primer jefe de filas fue Toni Palacios, en la plaza de Córdoba.

-Ha toreado con los mejores toreros de la segunda mitad del siglo XX...

-Efectivamente, me he ido con la enorme satisfacción de haber toreado con las grandes figuras: Enrique Ponce, Morante, El Juli, Ortega Cano, Rivera Ordóñez, El Fandi, Manuel Díaz, David Mora...entre otros. Y con Manuel Benítez El Cordobés, el V Califa, en cuatro corridas de toros y dos festivales. Soy un privilegiado, no esperaba que fuera así mi trayectoria profesional.

-¿Y trofeos?

-Conseguí 62 trofeos (siempre ha ido de tercero) entre banderillas y quites de peligro. Y dos reconocimientos como cuadrilla de oro.

- ¿Y percances?

-Tuve cinco cornadas. Dos de ellas, en Iniesta y Albacete, muy graves.

-En el año 2000 ideó unas zapatillas antideslizantes para evitar percances cuando el ruedo está embarrado. ¿Cómo fue acogido el invento?

-Extraordinariamente. Son como un seguro de vida, las llamé Manoletinas en honor a Manolete. Les mejoré la piel, la puntera y de la suela se hicieron tres modelos. El agarre es total.

-¿Le ha quedado algo por hacer?

-Me hubiera gustado torear en América. He cumplido honradamente con mi trabajo y cuando he llegado a la edad reglamentaria para jubilarme (55 años) me he ido. Delante del toro has de estar al cien por cien y dar la cara todas las tardes. La condición física es fundamental.

-¿Volvería a ser torero?

-Siempre. Es una profesión complicada pero a la vez apasionante, que me lo ha dado todo, entre otras cosas una vida digna a mis tres hijos y me hizo sentir realizado y orgulloso de serlo.