El informe evalúa el impacto de los veladores a tres niveles. Por un lado, en el pequeño comercio, que ve cómo una "calle peatonal queda reducida a una pequeña porción de 1,70 metros de paso" y las dificultades de los clientes para entrar en sus negocios al no poder cruzar de un lado a otro por no haber separación entre los veladores de los locales. Además de los problemas de acceso, queda "mermada la visibilidad", dificultada más aún con los parasoles, lo que hace que "disminuyan las ventas".

Por otro lado, el informe destaca el impacto sobre residentes y vecinos, que tienen dificultades para "acceder fácilmente a sus viviendas" a pesar de haber renunciado a llegar allí con su vehículo y a aparcar en la calle. Por ello, destaca que los veladores "privatizan la calle" y empeoran su calidad de vida. A esto se une que la accesibilidad en caso de emergencia "queda mermada", a lo que se une que soportan valores de ruido superiores a los 55 decibelios, no solo cuando están ocupados sino con su colocación y retirada.

En tercer lugar, el informe destaca el impacto de los veladores en peatones, personas con movilidad reducida y bicicletas. Por un lado, los peatones en general "ven más difícil el libre tránsito por unas calles que sobre el papel son peatonales". Por otro, las personas con movilidad reducida se ven afectadas "al no cumplirse ni la distancia mínima de 1,80 metros". A esto se une que menos de ese espacio es el que comparten bicicletas y peatones.