El aeropuerto es un proyecto de altos vuelos al que le queda un largo camino a pesar de tener pista nueva. La reforma de la pista llevaba aparejados otros tres proyectos ya licitados que continúan en el interminable compás de espera del trámite de la declaración medioambiental. En el punto en el que están resulta muy difícil prever cuándo será su adjudicación y cómo se hará. En uno de los casos, en el de la terminal de viajeros, han pasado casi tres años desde que AENA recibió las ofertas de las empresas interesadas en construirla. Desde entonces, las circunstancias económicas han cambiado, por lo que hay firmas que han desaparecido y los presupuestos han podido variar.

El proceso de licitación de la terminal se cerró en junio del 2008. Se presentaron 29 empresas para construir un edificio de 5.000 metros cuadrados con aparcamientos en 24 meses y por 24,8 millones. En septiembre del 2010, cuando el subdelegado del Gobierno, Jesús María Ruiz, anunció que el aeropuerto quedaría listo para recibir vuelos comerciales esta primavera al concluir la ampliación de la pista, no descartó la adecuación de la actual terminal mientras se construye la nueva en caso de que hubiese demanda de aerolíneas para volar.

Los hangares de aviación ligera y la plataforma para el estacionamiento de aeronaves también están sin adjudicar aunque salieron a concurso a finales del 2009. Los dos proyectos, valorados en 28,8 millones, recibieron 110 ofertas. El primero tenía un plazo de ejecución de año y medio y el segundo, de un año. Lo curioso es que las tres actuaciones aparecen con partidas económicas en los presupuestos del Estado de los últimos dos años. Pero solo se ha podido invertir en expropiaciones, en la pista, que fue adjudicada a Ploder Uicesa en marzo del 2008 por 21,8 millones, y en el proyecto de demolición y tratamiento de los terrenos, que fue encomendado a la misma empresa en marzo del 2009 por 3,3 millones y un plazo de 32 meses. Los presupuestos fijan el 2014 como año de conclusión de todo.

El proyecto difundido en el 2008 también preveía una torre de control nueva. En marzo del 2009, AENA instaló una, pero portátil. La vieja torre fue el principal hándicap de Taer Andalus en su breve experimento de recobrar vuelos comerciales.

La nueva pista sabe a poco en comparación con lo que queda por hacer. Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil. Ya apenas se recuerdan los interminables trámites previos ni las voces de sus protagonistas, aquellos que percibieron la ampliación como una amenaza contra la que lucharon en la década pasada, hasta que negociaron con AENA su viaje sin retorno. Acaban de cumplirse dos años de los días en los que se vieron obligados a hacer las maletas ante el inicio de los derribos de las 115 casas que ha costado la ampliación. El recorrido ha tenido otros problemas, como los dos parones de las obras en el 2009 y 2010 porque la adjudicataria no pagaba a sus subcontratas. Por ello, el camino que queda se presupone largo.