Desde hace dos años, el sistema financiero mundial está viviendo un profundo ajuste. En estos años hemos visto desde la intervención pública en la banca norteamericana hasta la práctica nacionalización de sistemas financieros completos como el irlandés. El sector bancario mundial está viviendo uno de los peores momentos de su historia cuyas causas van más allá de las hipotecas subprime .

En este contexto, el sistema financiero español ha soportado la situación mejor, pero no ha sido inmune. Y no lo ha sido porque, a pesar de su solidez cuando se inició la crisis, el colapso de los mercados financieros ha dificultado la captación de recursos. Una captación cada vez más difícil por la caída de los resultados de las entidades debido a la menor actividad económica, el aumento de la morosidad y de los resultados de las inversiones.

Por supuesto, esta situación general no ha afectado por igual a todas las entidades. Las cajas de ahorros medianas y pequeñas han sido las que más la están sufriendo porque su activo es más intensivo en el crédito hipotecario, su pasivo es de financiación más cara y, normalmente, porque tienen costes proporcionalmente mayores. Ante esto, la estrategia es relativamente simple: ajustar los riesgos, concentrarse en el mercado interior, controlar la morosidad y reducir gastos. El problema es que esta estrategia no es suficiente en el caso de algunas entidades como Cajasur. Por varias razones: en primer lugar, porque su implantación es en mercados de menor nivel de renta; en segundo lugar, porque, a pesar de los esfuerzos, tiene una fuerte exposición en sectores ligados a la construcción; lo que implica mayores ratios de morosidad y menor calidad de su balance; en tercer lugar, porque, desde finales de abril, su calificación crediticia es baja; y, finalmente, porque ha tenido un profundo deterioro en su cuenta de resultados. De ahí que Cajasur necesitara, para evitar males mayores, una fusión. Una fusión con otra caja de ahorros que tuviera un balance saneado, menor morosidad, alta calificación crediticia, un cierto solapamiento de redes y mayor tamaño. Desde estos criterios, meramente técnicos, Cajasur ha tenido muy pocas opciones: las otras cajas de la Iglesia no cumplían ningún requisito; Caja Murcia, a pesar de la mejoría de los ratios, tampoco era solución, porque su tamaño y la ausencia de sinergias hacían menos viable la entidad final. Y, dentro de Andalucía, solo Unicaja