Relaciones entre Washington y Pekín

Los obstáculos en la cooperación chino-estadounidense contra el cambio climático

Las divergencias sobre el encaje de la protección medioambiental en las relaciones bilaterales emergió en el tercer día en Pekín de John Kerry, enviado especial para asuntos climáticos

Reunión entre John Kerry y Li Qiang.

Reunión entre John Kerry y Li Qiang. / FLORENCE FLO/EPC

Adrián Foncillas

¿Deberían los dos máximos contaminadores del mundo blindar la cooperación contra el cambio climático de las cíclicas turbulencias geopolíticas? Piensa Estados Unidos que sí, por la relevancia del asunto, y lo discute China, no para eximirse de sus compromisos sino por falta de estómago para sentarse con los que le meten el dedo en el ojo.

Las divergencias sobre el encaje de la protección medioambiental en las relaciones bilaterales emergió en el tercer día en Pekín de John Kerry, enviado especial para asuntos climáticos. “Nuestra esperanza es que esto sea el inicio de una nueva cooperación y capacidad para resolver nuestras diferencias”, ha dicho durante su maratón pequinesa: ayer se reunió durante cuatro horas con su homólogo chinoXie Zhenghua, y hoy ha sido recibido en el Gran Palacio del Pueblo por el primer ministro, Qin Gang, y el jefe de la diplomaciaWang Yi.

Kerry, ajeno a los discursos más afilados de la Casa Blanca, ha añadido que su presidenteJoe Biden, está muy comprometido con la estabilidad de la relación con China porque de ella se beneficiará el mundo. El discurso de Washington señala la protección medioambiental como el área con mayor margen de cooperación y subraya la necesidad de profundizar en ella sin atender al fragor de otras batallas.

Compromiso en duda

China descarta los compartimentos estancos. Esa cooperación, ha aclarado Wang, forma parte del “amplio ámbito de las relaciones chino-estadounidenses”. Cualquier problema puede resolverse, ha añadido, desde la “igualdad” y el “respeto mutuo”. Subyace la desconfianza china.

El viaje a Taiwán de Nancy Pelosi, entonces presidenta de la Cámara de Representantes, apenas tres días después de una charla presidencial, o la calificación de “dictador” a Xi Jinping, cuando acababa de llegar de Pekín su secretario de Estado, Antony Blinken, han alimentado las dudas sobre ese compromiso de Biden por sosegar las relaciones.

Desde Pekín se atiende con estupefacción a los desmentidos estadounidenses de querer frenar el auge chino cuando fríen con sanciones a sus empresasprohíben la exportación de semiconductores, mantienen los aranceles de Trump, espolvorean su patio trasero de bases militares o cruzan sus líneas más sagradas, Taiwán incluida. La pretensión estadounidense de buscar la cooperación en medioambiente mientras la reprime en el resto de ámbitos es inverosímil para China.

Energías renovables

Estados Unidos pide a China que asuma más responsabilidades y una mayor cooperación en la diplomacia climática. Y por el otro lado, la castiga continuamente en áreas como el comercio y la tecnología. Ha excluido deliberadamente la cooperación en tecnología de energías verdes y, motivada por el proteccionismo, ha excluido sus productos de energía renovables de sus mercados”, recordaba hoy Ling Shengli, director del Centro de Estudios Internacionales de Seguridad de la Universidad de Asuntos Exteriores de China, en el diario Global Times.

Otro asunto peliagudo es la consideración de país en vías de desarrollo. El Congreso estadounidense se la retiró recientemente a China y abrió la puerta a más exigencias medioambientales.

Janet Yellen, secretaria de Comercio, pidió la semana pasada a Pekín que contribuyera a los fondos internacionales que sufragan la transición a las energías renovables en el mundo. Opina Pekín que la factura le corresponde a Estados Unidos y Europa, los grandes contaminadores históricos, y no a los recién llegados a la industrialización.

Competición económica

“El mundo debería presionar a China para que tome medidas más significativas y sustanciales para reducir sus emisiones”, exigió el consejero de Seguridad NacionalJake Sullivan, el mismo día en que aterrizaba Kerry en Pekín. “No deberían esconderse detrás de su etiqueta de país en desarrollo y aumentar sus responsabilidades”, añadió.

Desde China se le ha recordado que el país cumple con sus compromisos, tiene más paneles solares que el resto del mundo junto y su inversión en la transición energética del pasado año casi cuadriplicó a la estadounidense (546 frente a 141 mil millones de dólares). En la prensa china se leen sutiles acusaciones a Washington de pretender que China adopte más recortes energéticos que la retrasarán en su competición económica con Estados Unidos.

Son una inquietante involución hasta los tiempos previos a los acuerdos de París de 2015, mojón de la lucha medioambiental global, que salieron adelante cuando ambos enterraron sus egoístas discusiones sobre quién debía de cortar antes sus emisiones. Certifican también que las desconfianzas lastran la cooperación contra el cambio climático de los mayores contaminadores del mundo.