Tensión Washington-Pekín

Yellen viaja a China para tratar de estabilizar la relación económica

No hay, como han reconocido fuentes del Tesoro, ninguna expectativa de "grandes logros" concretos

El vicepremier chino Liu He y la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, se saludan durante su encuentro en Zurich, este miércoles.

El vicepremier chino Liu He y la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, se saludan durante su encuentro en Zurich, este miércoles. / EFE

Idoya Noain

Janet Yellen, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, arranca este jueves una visita de cuatro días a China. El viaje llega en la estela de la visita hace tres semanas de Antony Blinken, secretario de Estado, y después de que el presidente, Joe Biden pusiera en peligro los discretos pero importantes avances diplomáticos de esa misión al tildar a Xi Jinping de "dictador". Y por eso la visita de la antigua presidenta de la Reserva Federal, vista como una de las integrantes más pragmáticas de la Administración del demócrata, se espera con expectación como otro momento potencialmente clave para reencauzar las relaciones y frenar su deterioro.

No hay, como han reconocido fuentes del Tesoro, ninguna expectativa de "grandes logros" concretos. Y la meta declarada de la visita, en la que Yellen no tiene previsto reunirse con Xi pero sí con altos cargos además de con empresarios estadounidenses en China, es "estabilizar la relación, aumentar y profundizar la frecuencia de las comunicaciones, evitar malentendidos y expandir colaboración donde sea posible".

El contexto no podía ser más complicado. A las tensiones geopolíticas entre las dos potencias por cuestiones como Taiwán o la guerra de Rusia en Ucrania, y episodios que han hecho zozobrar la ya deteriorada relación como el del globo espía chino interceptado y derribado sobre EEUU, se les suma un descarnado duelo económico que, como ha advertido el Fondo Monetario Internacional, amenaza con crear una "fragmentación" que golpearía y ralentizaría la economía global.

"Reducir riesgos"

Aunque el mensaje oficial estadounidense es que no se busca "desacoplar" las dos economías sino "reducir los riesgos", los pasos dados bajo el mandato de Biden, y los que se preparan, levantan ampollas en Pekín. El demócrata ha mantenido las tarifas y aranceles que se impusieron durante el Gobierno de Donald Trump (cuya utilidad cuestiona Yellen). Con el argumento de proteger la seguridad nacional, desde octubre del año pasado ha limitado el tipo de semiconductores y de maquinaria de producción de chips que se pueden enviar a China y ha prohibido a empresas que reciben subsidios para hacer semiconductores en EEUU realizar nuevas inversiones en China.

Son pasos que afectan y frenan al gigante asiático en su capacidad para progresar en inteligencia artificial y en otro tipo de computación avanzada necesaria para impulsar tanto sus fuerzas armadas como su economía, cuyo crecimiento se ha ralentizado después de la recuperación inicial tras la pandemia. Washington también está presionando a aliados como Holanda y Corea del Sur para seguir sus pasos, igual que está haciendo en su esfuerzo por acabar con la dependencia propia y global de China en la cadena de suministros.

Biden, además, lleva meses preparando una orden ejecutiva con un programa para restringir inversiones en tecnología sensible para seguridad nacional, que se espera de forma inminente. Y este lunes 'The Wall Street Journal' aseguraba que la Administración estudia restricciones al acceso de China a computación en nube, una vía por la que ha estado esquivando hasta ahora las limitaciones.

Politización de cuestiones económicas

Pekín, por su parte, acusa a Washington de estar "politizando cuestiones económicas", como denunciaba hace unos días el premier Li Qiang, y de estar maniobrando para frenar su crecimiento y desarrollo. Y no está dejando las acciones estadounidenses sin respuesta.

En mayo, vetó que Micron Technology, el mayor fabricante estadounidenses de chips de memoria que se usan en móviles, ordenadores y otros aparatos de electrónica, pueda vender sus productos a compañías chinas que operan infraestructuras críticas.

Este mismo lunes, a las puertas del viaje de Yellen, se anunciaba que limitará las exportaciones de los minerales galio y germanio, de docenas más de metales y de otros materiales que se usan en la producción de algunos chips, semiconductores, células solares, sistemas de misiles, telecomunicaciones y vehículos eléctricos. Y son restricciones que no solo amenazan a EEUU, sino a planes como el de la Unión Europea para descarbonizar su economía (el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, llegará a Pekín el lunes, un día después de la partida de Yellen).

El 1 de julio, además, entró en vigor una nueva ley antiespionaje y de seguridad nacional china que ha ampliado la definición espionaje y prohíbe la transferencia de información relacionada con seguridad nacional. La norma ha desatado temores y hasta parálisis entre las empresas estadounidenses que operan en China.

El gigante, además, también está intentando reforzar su autosuficiencia. Y en el comercio bilateral con EEUU, que en 2022 alcanzó un total de 690.000 millones de dólares, Pekín redujo sus importaciones a 154.000 millones, mientras que sus exportaciones alcanzaron los 536.000 millones.

Lazos personales

Para Yellen, que recientemente decía a 'The Wall Street Journal' que considera "particularmente importante desarrollar relaciones personales", y que en un encuentro en enero en Suiza con el anterior viceprimer chino, Liu He, abordó los temas más espinosos en privado, parte fundamental del viaje será conocer a un nuevo grupo de líderes económicos en China y crear esos lazos. 

Entre esos nuevos altos cargos están He Lifeng, un confidente de Xi que en marzo relevó a Liu, y Pang Gongsheng, un tecnócrata que ha trabajado en banca comercial y ha ocupado cargos en Harvard y Cambridge, que llevaba la política monetaria desde 2016 y ahora es el máximo representante del Partido Comunista en el Banco Central chino.

Se puede esperar que Yellen intensifique también sus presiones a China buscando que acceda a planes de reestructuración de deuda a países en desarrollo. Pekín, con 500.000 millones de dólares en préstamos a esas naciones, se ha convertido en principal acreedor de muchas, y se ha resistido a esfuerzos globales para ayudar a las naciones que atraviesan apuros, pero el mes pasado participó en un principio de acuerdo con Zambia sellado en París, un paso en el que Yellen aplaudió la actitud "más constructiva" china.

Si sigue el guion de tres pilares económicos para la relación económica bilateral que delineó en un discurso en abril, Yellen tampoco dejará fuera de sus conversaciones los derechos humanos. Y se espera también que muestre su preocupación y pida correctivos a acciones chinas que EEUU considera coercitivas hacia otros países y a prácticas que ve como fuera de las normas de mercado.

Sobre la mesa estará también la debilitación del yuan, que a menudo EEUU cree que se produce de forma artificial pero que ahora muchos vinculan siquiera parcialmente a las políticas de tipos de la Reserva Federal. Y la realidad es que su cotización se acerca a su nivel más bajo frente al dólar desde 2008, algo que ha afectado a EEUU haciendo las exportaciones chinas más competitivas.