"Vi a un joven con barba y una ametralladora. Lo vi de lejos, a través del pasillo". Así comienza el relato aterrador de Lasser Bu Alí. Tiene 42 años, dos hijos y una historia de novela que contar para el resto de su vida. ¿El argumento? Salió ileso de un atentado terrorista y en el camino pudo salvar a una pareja de Sueca (Valencia), Juan Carlos Sánchez y Cristina Rubio, embarazada de cuatro meses. "He salvado dos vidas y no todo el mundo puede decir lo mismo", explicó a este diario uno de los héroes del Museo del Bardo.

Las autoridades no han reconocido aún su labor, pero su valentía no deja indiferente a nadie. Tal vez ni siquiera la pareja lo sepa, pero este vigilante del museo nacional, en vez de huir tras producirse la sucesión de disparos, puso al servicio de los turistas su profundo conocimiento del museo. Conociendo a la perfección los "subterfugios" de la zona que vigila desde hace siete años decidió abandonar la sala del sarcófago cristiano donde se encontraba en el momento del asalto y buscar a turistas que pudieron quedar "atrapados" en su área. Así fue cuando alcanzó la sala de la moneda, halló a los dos españoles, nerviosos y asustados por el ruido de las ráfagas de los disparos de las armas. "Se producían cada diez minutos".

En ese momento, Lasser condujo en silencio a la pareja hacia una habitación de limpieza del museo. Entre el ciudadano tunecino y el matrimonio valenciano no hubo ningún intercambio de palabras. No hablaban el mismo idioma, pero tampoco hizo falta. "Les introduje en el cuarto. Y les dije con un gesto de manos y bocas: permaneced aquí callados". Lasser cerró la puerta y regresó al sarcófago cristiano para esconderse. Símbolos religiosos le rodeaban por todas partes. Rezos y más rezos aliviaron su sentimiento de angustia. "¿Por qué no salio cuando dejó de escuchar los disparos?". "Pues porque pensaba que habrían matado a todos y el grupo terrorista seguía dentro". Lasser no salió de su "refugio" hasta que no escuchó las primeras voces de sus compatriotas de la seguridad gritando "¿hay alguien ahí? No somos terroristas. Somos la policía tunecina". Hasta ese momento, casi 24 horas después del asalto, Lasser y la pareja española permanecieron ocultos. "Podría haber estado los días que hicieran falta, hasta que el hambre me hubiera matado".

A Lasser no le ha quedado ningún trauma y el próximo martes volverá al museo, cuando está previsto que se abran de nuevo las puertas del edificio. No habrá gente, ni un alma que se asome por un centro de arte arqueológico que se ha convertido en un amasijo de pesadillas y malos recuerdos para el pueblo tunecino. "Qué le vamos a hacer. No habrá turistas pero tenemos que seguir trabajando".