La presión popular ha logrado tumbar al Gobierno búlgaro. Tras una subida del recibo de la electricidad del 13% y diez días de airadas protestas en las calles, el primer ministro de Bulgaria, el conservador Boiko Borisov, presentó ayer la dimisión del Gobierno en pleno.

Con un salario medio en torno a los 350 euros, el mínimo de 155 y 75 de pensión, los búlgaros se han rebelado contra las medidas de austeridad que su Gobierno --el más pobre de la Unión Europea-- ha llevado a cabo para mejorar las cifras macroeconómicas, mermando drásticamente su poder adquisitivo.

La negativa de los principales partidos políticos a formar un Gobierno de transición tras la sorpresiva dimisión del Gobierno, abre las puertas a la posibilidad de celebrar elecciones anticipadas.

La negativa de pactar un Ejecutivo hasta la celebración de las elecciones regulares, previstas para el 7 de julio, ha sido compartida tanto por el partido gobernante de Borisov --GERB, poseedor de 117 escaños-- como del principal partido de la oposición.

PENDIENTE DE VOTACION La dimisión de Borisov, según establece la Constitución búlgara, debe ser aprobada por la Cámara, integrada por un total de 240 escaños. La votación está prevista para hoy pero practicamente hay unanimidad al considerar que la renuncia será aceptada.

De ser así, el jefe de Estado, Rosen Plevneliev, debe encargar la formación del Gobierno hasta tres veces, comenzando por el partido de mayor presencia parlamentaria (el gobernante GERB), luego el segundo, y finalmente a cualquier otra formación. Si fracasan los tres intentos (de siete días cada uno), el presidente disolverá el Parlamento, convocará elecciones anticipadas y designará un Ejecutivo interino encargado de preparar los comicios, que según los expertos podrían tener lugar a fines del próximo mes de abril.