En pocas horas, el semanario satírico Charlie Hebdo se agotó ayer en los quioscos de París. Su portada, que publica una caricatura del profeta Mahoma con motivo del polémico vídeo islamófobo divulgado en Estados Unidos, generó la adhesión de los lectores pero también fue recibida por muchos musulmanes como una nueva ofensa al islam, disparando la alerta en Francia. Ante la oleada de violencia desatada por el vídeo, el Gobierno decidió reforzar mañana, día de plegaria en el mundo musulmán, la seguridad en todas sus embajadas y cerrar las escuelas francesas y sedes diplomáticas de 20 países como "medida preventiva".

En Francia, donde viven seis millones de musulmanes, la situación ya era delicada antes de que saliera el último número de Charlie Hebdo a causa de la convocatoria de manifestaciones ante la embajada de Estados Unidos en París por parte de grupos extremistas. Ayer, a juicio de las organizaciones musulmanas francesas, las caricaturas vinieron a "atizar el fuego". Todas condenaron la iniciativa de Charlie Hebdo , pero no coincidieron en su forma de reaccionar. El rector de la Gran Mezquita de París, Dalia Boudakeur, anunció la lectura el viernes, en todos los centros de culto controlados por su organización, de un mensaje llamando a la calma. El Consejo francés del culto musulmán optó por acudir a los tribunales para denunciar al semanario satírico.

WEB PIRATEADA No es la primera vez que Charlie Hebdo caricaturiza a Mahoma, razón por la que sufrió un atentado hace un año. Entonces, grupos extremistas bloquearon la web y amenazaron de muerte a algunos miembros de la redacción. Ayer, un furgón policial protegía la sede del semanario. El director y caricaturista, Charb, defendió su derecho a la libertad de expresión.

"Lo único que provocamos eventualmente es la risa. Lo irresponsable para nosotros es ceder a la presión de cuatro extremistas", sostuvo en respuesta a las llamadas a la responsabilidad lanzadas por miembros del Gobierno. Aunque todos subrayaron que la libertad de expresión es "un derecho fundamental", algunos ministros pidieron prudencia para no "echar aceite al fuego". El titular de Exteriores, Laurent Fabius, subrayó que Francia era un Estado de derecho y que si alguien se sentía ofendido debía recurrir a la justicia, pero consideró "inoportuna" la publicación de las caricaturas.

Por su parte, tras recibir a los líderes religiosos musulmanes para intentar apaciguar los ánimos, el ministro del Interior, Manuel Valls, pidió prudencia. "Cada uno debe dar muestra de responsabilidad, cada acto individual, cada escrito, cada dibujo, cada declaración puede provocar confrontaciones", advirtió. Anunció también que había dado la consigna de prohibir "toda manifestación que pueda alterar el orden público, provocar, sembrar el odio".