El Gobierno golpista de Honduras no está dispuesto a que el presidente derrocado, Manuel Zelaya, salga de su refugio en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa más que como un cadáver político. En la madrugada de ayer, ese Gobierno de facto abortó a última hora la salida de Zelaya hacia México, preocupado por el "tipo de asilo que le iban a dar". El propio presidente depuesto explicó: "El régimen sacó un documento de la manga como condición para mi salida hacia México, una condición denigrante, indigna, que me sometía a presentar mi renuncia".

Las negociaciones de varios días acabaron de mala manera, como tantas otras veces desde que el pasado 28 de junio los militares hondureños sacaron al presidente de su casa y del país. El Gobierno mexicano llegó a enviar ayer un avión para llevarse a Zelaya, pero Honduras impidió el aterrizaje del aparato y lo desvió, como había hecho con vuelos anteriores, hacia el vecino El Salvador. A última hora, el Ministerio de Exteriores negó el salvoconducto "por improcedente". Solo permitirá salir a Zelaya como asilado político. Desde la Embajada de Brasil, Zelaya señaló que ni pedía ni aceptaba "asilo político de ningún país".