El Gobierno está convencido de que el clima de crispación política ha llegado para quedarse y que, para bien o para mal, tendrá que convivir con esta atmósfera de polarización hasta las elecciones legislativas. En la Moncloa creen que, si manejan bien este contexto, pueden acabar beneficiándose de la campaña negativa que ha puesto en marcha el PP, aunque admiten, también, que implica ciertos riesgos, de modo que están analizando cómo sortear los peligros y capitalizar los beneficios. Manejan informes, encuestas, y han pulsado la opinión de especialistas. El primer escenario de combate serán las elecciones andaluzas, donde el Ejecutivo se va a volcar, consciente de que es el laboratorio en el que se definirán las fórmulas de éxito y fracaso para las legislativas. Los analistas políticos advierten que la táctica de Pablo Casado es defensiva, para lograr salvar su puesto como líder de la derecha frente a Ciudadanos y Vox, más que un intento real de ‘sorpassar’ al PSOE.

El tono áspero del presidente del PP acusando a Pedro Sánchez de ser el “responsable” de un "golpe de Estado", el pasado miércoles en el Congreso, confirmó los análisis del gabinete presidencial: los conservadores vuelven a la campaña negativa, que ya emplearon en el asalto de José María Aznar contra Felipe González (1993 y 1996) y de Mariano Rajoy contra José Luis Rodríguez Zapatero (2004). Fuentes gubernamentales opinan que, a grandes rasgos, Sánchez puede beneficiarse de la crispación en dos aspectos. En primer lugar porque el ruido oculta temas espinosos. Por ejemplo, los ataques de Casado funcionaron como una cortina de humo que tapó la polémica por la venta de armas a Arabia Saudí. Desde el Gobierno no ocultan que salvaron una jornada de “tragar sapos” gracias al ataque inflamado del popular.

En segundo término, admiten, la crispación activa al electorado ideologizado cercano al PSOE, que ve en el líder del PP un antagonista nítido contra quien votar. “Nos viene fenomenal, es una vacuna de recuerdo a los nuestros”, reconocen.

El peligro estriba en que el clima de crispación política produce hastío en la población y puede aumentar la abstención de un electorado moderado que el PSOE podría seducir pero que también puede acabar no yendo a votar si el PP logra sembrar dudas sobre Sánchez como "rehén de los independentistas".

Cierre de filas

La campaña negativa es, por lo tanto, un arma de doble filo. ¿Qué gana Casado? En lo inmediato, un cierre de filas interno. Tras las discrepancias surgidas por su liderazgo, el discurso en el Congreso arrancó una sonora ovación de sus diputados.

Los analistas coinciden en que su táctica es defensiva. Aunque ataque a Sánchez, en realidad está intentando taponar el boquete de votantes del PP que se van a Ciudadanos y Vox y liderar el ala derecha reivindicándose como el líder de la oposición que está en el ring pegando al presidente.

“Le puede servir para ganar notoriedad mediática, pero que tenga rentabilidad electoral no lo tengo tan claro”, plantea el asesor político Ignacio Varela, convencido de que la erosión de la marca PP (con sentencias de casos de corrupción que saldrán en los próximos meses) no se borra con “tremendismo verbal”.

Ismael Crespo, politólogo y asesor de campañas electorales, coincide en que la campaña negativa de Casado tiene “una mirada muy interna” para dirimir “quién encabeza la derecha”. A su juicio, el PP busca afianzar a su electorado, recuperar dos millones de votos perdidos en pos de Cs y Vox.

Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública, explica que la crispación tiene un refuerzo importante a la interna, pero destaca dos riesgos. Uno, “que Ciudadanos se quede con las posiciones menos extremistas, que es donde hay más electorado”. Y dos, la radicalización de Casado presenta a Sánchez como un moderado.

El Gobierno, consciente de los réditos que puede traerle la crispación, ha optado por formalizar el antagonismo. Tras escuchar a Casado decidió romper relaciones con el líder del PP, un mero enunciado declarativo sin consecuencias prácticas pero que reconoce como adversario al jefe de los populares. No es baladí tampoco que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) haya estrenado un nuevo módulo de preguntas sobre la crispación, cuya principal conclusión es que los españoles señalan como responsable principal de la tensión a Casado.