Hace tres años que el CEIP Aurelio Sánchez, de Peñarroya-Pueblonuevo, está reconocido como centro en Comunidad de Aprendizaje, un proyecto transformador para el centro educativo que, a través de la utilización de ciertas herramientas, está focalizado en el éxito escolar en el que el proceso de enseñanza-aprendizaje no recae exclusivamente en manos del profesorado, sino que depende de la implicación conjunta del personal del centro educativo y de diferentes sectores: familias, asociaciones y voluntariado. Tal y como explica el director de este colegio, Manuel Caballero Carrasco, "venimos desde hace años intentando involucrar a las familias en las actividades educativas de nuestro alumnado, así como formándonos, el profesorado, a través de la formación en centros en ABP y mejora en el proceso educativo para la mejora en los rendimientos escolares de nuestros niños y en el clima de convivencia, buscando metodologías innovadoras y motivantes".

Aprendiendo a soñar

El proyecto de Comunidad de Aprendizaje en el que se embarcó este colegio, cuyo alumnado vive en zonas de riesgo de exclusión social y en un entorno socioeconómico de nivel bajo, tiene una duración de cuatro años. El primero lo dedicaron a formación, en el segundo iban a registrar las acciones que habían llevado a cabo hasta el momento, pero con el estado de alarma tuvieron que posponerlo y es ahora, en el presente curso, cuando acaban de inaugurar la fase Un bosque encantado. "Esperamos, para el tercer trimestre, clasificar los 400 o 500 sueños que vamos a tener en corto, medio y largo plazo y hacer las comisiones gestoras correspondientes para cumplir esos sueños que se harán realidad el próximo curso", subraya Caballero.

Normalmente en los centros Comunidad de Aprendizaje va implícito que sean de compensatoria o de difícil desempeño "porque las familias colaboran poco", avisa el director, si bien es cierto "que a nosotros nos está funcionando muy bien, estamos muy satisfechos con los resultados que estamos teniendo". Este proyecto innovador se presenta como un instrumento adecuado para articular y concretar el proceso de reflexión en mejorar la calidad educativa, no solo en el alumnado, sino en todos los miembros que componen la comunidad educativa del centro y su entorno ya que implica a otros colegios de la zona o al propio ayuntamiento de la localidad.

"Esta fórmula de trabajo a mí me encanta", confiesa el director, porque "trabajar en grupos interactivos, con la familia dentro del aula, no es fácil, no todo el mundo lo hace". La última fase presentada, Un bosque encantado, "nos invita a que nos acerquemos a descubrir nuestra forma de enseñar y soñar con nuestros alumnos, maestros, asociaciones y familiares… todos bajo un mismo fin, que es el de mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje de los chicos, de la convivencia, y la tolerancia", destaca Manuel Caballero.

Caballero concluye que, en definitiva, "se trata de dotar de corazón a este centro para que crezca y mejore con las aportaciones de todos".