El de ayer era un partido de fútbol considerado de "bajo riesgo" porque entre otros errores, nadie alertó a la brigada de información de la Jefatura Provincial de la Policía Nacional de Madrid de que entre los aficionados gallegos que se desplazarían hasta el Calderón había 200 ultras radicales del Riazor Blues. El coordinador de seguridad del Deportivo debía haber avisado de que 200 entradas, con numeración correlativa, según ha podido saber este diario, fueron entregadas a los seguidores ultras del equipo gallego. Anoche, la brigada de información había detenido a 21 de los casi 400 participantes en la violenta reyerta. Los investigadores no habían acreditado que las dos aficiones radicales se citaran para pelearse, ni en redes sociales públicas ni por mensajes privados. A falta de tomar declaración de testigos y detenidos, parece ser que el encontronazo, en el que falleció Francisco Javier Romero Taboada, de 43, padre de dos hijos, fue casual.

La brigada de información de Madrid que se ocupa de seguir de cerca los pasos de los seguidores ultras del Frente Atlético sabían que el sábado por la noche los líderes del grupo habían dado órdenes de trasnochar. "No es la primera vez que lo hacen cuando al día siguiente hay partido por la mañana. Se pasan la noche bebiendo y cuando cierran los bares se reúnen en las chocolaterías que hay en Madrid Río, en los aledaños del Calderón". Y eso es lo que pasó.

A falta de avanzar, la policía sospecha que los seguidores del Frente Atlético tampoco sabían que unos 200 ultras del Deportivo, entre ellos un centenar muy radical, había logrado sortear todos los filtros de seguridad y habían viajado a Madrid en autocares sin vigilancia policial.

En veces anteriores, cuando se desplazan a Madrid, la policía intercepta los autocares en la autopista, a unos 50 kilómetros de la entrada a la capital, registran a los seguidores para intervenir cualquier arma u objeto peligroso, y los custodian durante toda su estancia en la capital para evitar encontronazos con la afición rival.

La reyerta, a puñetazos y navajazos, no duró más de 15 minutos. Pero fueron muy violentos hasta que apareció la primera patrulla de la policía. La víctima fue arrojada al agua, donde murió por una hipotermia y por el fuerte golpe en la cabeza sufrido tras la caída. A sus 43 años tenía una larga lista de antecedentes por robo con violencia, maltratos en el hogar, salud pública...