Según lo que pudo verse el pasado domingo, el Lucena es un equipo al que le gusta tocar mucho el balón e incluso en un campo tan peculiar como el de Manises lo intentó con insistencia. No así su rival, el Huracán de Valencia, que usó más el balón en largo. Después de unos primeros minutos de tanteo, los locales estiraron más sus líneas y crearon algo de peligro, pero no pasó de lanzamientos desde fuera del área. Ya en la segunda parte, los celestes buscaron más la portería contraria y le crearon problemas a su rival, sobre todo en la estrategia y, dentro de esta, en los saques de esquina, ya que tuvo hasta dos oportunidades de hacer lo que se llama un gol olímpico. Pero después de desaprovechar varias ocasiones, se dedicó a contemporizar y a tocar el balón en su campo. Quedaban aún 15 o 20 minutos para el final y ni siquiera los entrenadores arriesgaron con los cambios. Delantero por delantero, centrocampista por centrocampista. Lucena y Huracán estuvieron bien cerraditos a la espera de que se acabara el encuentro. Querían dejarlo todo para la vuelta.

Al Lucena se le vio algo incómodo con el campo, porque a sus jugadores les costaba controlar el balón, que hacía un bote extraño. Les costó también adaptarse a un campo tan pequeño. Creo que le pasará al contrario al Huracán el domingo en un campo más grande y de césped de última generación. Puede pasarlo muy mal, aunque es el mejor visitante del grupo tercero de Segunda B.

En cuanto a hombres, me gustó mucho Sarmiento por el Lucena. Y eso que vio una tarjeta amarilla muy pronto que, en mi opinión, le condicionó durante el resto del partido. El balón pasó por sus pies continuamente y lo distribuía en corto y en largo. Tiene calidad. Por el Huracán, destacó Herni, que también es el cerebro de su equipo.

Creo que van a llegar a la prórroga y a los penaltis. Será un partido largo y complicado, de nuevo con empate a cero, porque los dos equipos se tienen mucho respeto. Pero dependerá sobre todo de cómo se adapte el Huracán al terreno de juego. Si no lo hace, perderá.