Diario Córdoba

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Al margen

Los perdonados

Una escena de la película 'Los perdonados'. CÓRDOBA

Si bebes, no conduzcas. Y si no, que se lo digan al protagonista de la última película de John Michael McDonagh -director de filmes como El irlandés (2011) o Calvary (2014)- que interpreta un sobresaliente Ralph Fiennes, acompañado por la también excelente Jessica Chastain. A partir de la novela de Lawrence Osborne, el director ha escrito un guion que contiene, como suele ser habitual en su filmografía, una fusión de humor negro e ironía mordaz.

Los protagonistas son un matrimonio británico que no vive su mejor momento como pareja: él permanece en un constante estado de embriaguez que le lleva a sacar lo peor de sí mismo, y ella, sencillamente, lo soporta. Invitados por un amigo que estrena mansión en mitad del desierto, con la intención de vivir una bacanal, no llegan a su destino sin que un suceso modifique la acción, desencadenando lo que vendrá después. La pareja no tendrá más remedio que separarse durante el resto de la trama, subdividiéndose el relato en dos subtramas que confluirán en la conclusión.

Ella se quedará disfrutando de la fiesta en compañía de sus alegres amigos millonarios y él emprenderá viaje al corazón del desierto para expiar el pecado cometido y encontrarse a sí mismo, acorralado por la culpa y el daño hecho en un asunto irreparable. El suspense se mantiene durante la totalidad del metraje, mientras acompañamos a este hombre en su camino, completamente desesperado y sin esperanza. Lo tiene todo perdido, pero no sabe aún qué es lo que le espera al final del viaje, un viaje que se transformó nada más empezar.

Las interpretaciones están a la altura de lo que se espera de este reparto de lujo, incluidos los actores y actrices de reparto (aunque los personajes de estos últimos queden un tanto desdibujados, sencillamente abocetados, quizá justificado por la frivolidad que los caracteriza) y la escritura de los diálogos que recitan no dejan de ser marca de la casa, rebosan ingenio y mala uva, en un guion que, como suele ser habitual en este autor, pone en cuestión bastantes cosas de índole moral. La fotografía de Larry Smith, en exteriores, recuerda un tanto las atmósferas de El cielo protector y El paciente inglés, mientras que la banda sonora de Lorne Balfe ambienta de maravilla cada situación.

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