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José Juan Luque, escritor, fotógrafo y colaborador de Diario CÓRDOBA.A.J.GONZÁLEZ

«No sé si se vuelve a querer con la intensidad de la juventud»

La pasión con la que mira es casi proporcional a su sensibilidad. Así lo demuestra al sentarse en la cafetería, abierto a cualquiera. También en los viajes que relata para Diario CÓRDOBA. José Juan Luque es periodista, fotógrafo y graduado en Educación Social. Acaba de publicar La curva de Inma, donde se vale de escritos y fotografías analógicas para guiar al lector por los claroscuros del primer amor.

¿Cuándo empezó a escribir?

Empecé a escribir sobre deporte cuando era muy pequeño. Recuerdo ir al campo de fútbol del Córdoba y escribir a cerca de lo que veía en las gradas. Luego comparaba mis crónicas con las del periódico. Siempre he tenido esa pulsión.

¿Y con la fotografía?

Creo que fue incluso antes. En los viajes de fin de curso era de los pocos del colegio que iba con su cámara analógica. A mi padre le encanta la fotografía y tengo ese recuerdo de verle fotografiar durante las vacaciones, por la campiña de Jaén y en el Guadalquivir.

Todas sus historias tienen algo de autobiográfico, ¿hasta qué punto esta lo es?

No suelo recurrir a la ficción, es cierto. Tengo afán por anotar todo lo que hago, es como una forma de desahogo. Me gusta escribir sobre lo que vivo y veo en mis viajes. También sobre quien conozco. Viajo en bicicleta, un modo que se presta a la pausa, la lentitud y favorece el contacto con la gente. Me gusta reflejar esa experiencia, con mayor o menor intensidad.

¿Ha querido contar una travesía íntima?

Se centra en un amor pasional de juventud. Ese tan intenso, que te desborda por momentos y crees que será el definitivo en tu vida. Cuenta con los altibajos típicos de una relación de adolescentes, aunque afecte a personas de veintitantos. He querido relatar todas las curvas de esa relación.

¿Ha buscado expiar el dolor?

Buena pregunta. Creo que más bien surge de forma inconsciente. Cualquier persona que viva a mi lado sabe que va a ser fotografiada porque yo vivo a través de la fotografía, es esencial para mí. Lo mismo ocurre con la escritura. Este libro es el resultado de recopilar el material escrito y fotográfico que elaboré durante la relación. Me gusta jugar con las imágenes, hacer los revelados de forma manual para escribir sobre los negativos. Tengo cuadernos en los que mezclo todo ese material, que termina siendo un conjunto de emociones y sentimientos intensos.

«No suelo recurrir a la ficción. Tengo afán por anotar todo lo que hago, como desahogo»

¿No le dio miedo mirarse en este espejo una vez terminado?

Un poco, sí. También vergüenza, por abrirme tanto. Pero bueno, al final creo que es una historia universal de amor en la que cualquiera puede verse reflejado. Quiero separarme del libro e intentar que tome un matiz universal.

¿Cuál ha sido la reacción de su círculo más cercano? ¿Y de su antigua pareja?

Ella fue la primera que lo vio. Sencillamente me comentó que lo vio como mi versión de la historia, mi forma de ver la relación. También me dio apuro lo que pudieran pensar mis padres. Mi madre me dijo, «Pero niño, ¿tú has vivido todo esto?». Yo le digo que tampoco hay que hacer caso a todo, que tenga en cuenta la parte literaria. Sí es cierto que me da algo de apuro, una vez finalizado. Cuando estoy escribiendo o haciendo fotos es distinto, no pienso en nadie, pienso en lo que me sale. Ahora lo veo como un homenaje al amor, una historia triste pero bonita. Han pasado diez años y dudo que vuelve a querer a nadie así, a hacer tantas fotos a una chica o escribir así sobre ella.

¿Cómo explica esa preferencia por lo analógico?

Siempre opto por la técnica analógica, hasta para las fotografías que incluyo con los reportajes para el periódico. Para mí, el proceso que conlleva la fotografía analógica es clave. Por lo que implica tener solo 36 fotografías en un carrete y no ver ni siquiera la imagen que captas en el momento. A veces hago fotos muy pensadas a la gente, que no quiero repetir. Además está el hecho de que la foto se queda guardada un tiempo hasta que la revelas tú mismo. Yo no soy una persona muy técnica, así que me pongo nerviosísimo, tengo miedo y sigo teniendo ese cosquilleo aun llevando 15 años trabajando en analógico. Esa inseguridad le da más valor en la foto. El resultado final de las fotos, en el negativo, es fascinante. Puede que ya no sea factible, pero no fotografiaría nunca de otra forma que no fuese en analógico.

Además de la historia central de amor, la obra cuenta con encuentros paralelos.

Forma parte del proceso de una relación en la que a mí me llegan muchos estímulos porque me gusta conocer a las personas, lo que puede ser una amenaza para la pareja porque da algo de inestabilidad. También se da el caso de que fue una etapa de juventud en la que estás explorando. Aun así, siempre me quedaba en el límite porque me daba cuenta de que solo quería estar con una persona. Esto me parecía significativo.

¿La juventud actual tiende a vivir las relaciones con esa intensidad romántica?

Yo creo que sí. Esta actitud es más típica de la adolescencia, pero, como las etapas vitales cada vez se van postergando más, sí que llega más tarde esa inestabilidad, las ganas de explorar, conocer y querer abarcarlo todo. Cuesta mantener una estabilidad en las relaciones, que son cortas e intensas. Pero eso no me parece insano. Es más tóxico estar con una persona durante años por miedo a la soledad o por falta de confianza. A mí me gusta vivir las relaciones con intensidad, creo que aporta. No sé si se vuelve a querer con la intensidad de la juventud. Avanzamos y nos volvemos racionales, perdemos la magia.

¿Vuelve a esa etapa con cierta nostalgia?

Cuando vives una relación tan fuerte, te agota. Es sano cambiar de etapa. Soy una persona nostálgica. Me gusta mirarlo para recordar lo que viví, porque ya no hay dolor. Ahora vuelvo con alegría.

¿Se plantea otro proyecto autobiográfico sobre sus relaciones?

Sí, mis proyectos van sobre el amor de pareja y de amistad; de hecho, planteé La curva de Inma en tres fases y le quedan dos partes. Puede ser que salgan a la luz.

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