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ENTREVISTA

Blanca Marsillach: «El escenario te transforma, tiene un poder muy mágico»

Blanca Marsillach: «El escenario te transforma, tiene un poder muy mágico»

Una experiencia personal dio un giro a su carrera hace casi diez años, momento en el que Blanca Marsillach decidió utilizar el teatro para ayudar y «dar amor incondicional» a colectivos de todo tipo, desde asociaciones de mujeres y de personas mayores a ciudadanos con alguna discapacidad. Tras heredar el amor por el teatro clásico, por el que su padre, Adolfo Marsillach, trabajó incansablemente, el Siglo de Oro es la base de estos montajes participativos, y hoy llega con uno de ellos al Teatro Avanti de Córdoba con la intención de acercar a autores como Lope de Vega o Quevedo a los estudiantes de Secundaria y Bachiller, todo ello con la ayuda de la Fundación Cajasol, a quien la actriz espera devolver «multiplicada» su colaboración.

-¿Qué la llevó al teatro social?

--Fue una experiencia personal que tuve en un momento de mi vida y que me enseñó humildad, lo importante que es ayudar a los demás y darles amor incondicional. A partir de ahí, uní esta sensación a mi otra pasión, el teatro, y pensé que la mejor manera de realzar los valores importantes en la sociedad era a través de la magia del teatro, haciendo a los diferentes colectivos partícipes de ese duende que surge cuando tú subes al escenario, donde te sientes querido, el rey del mambo, ya sean mujeres que sufren violencia de género o personas con capacidades diferentes. Siempre que sales al escenario te transformas, tiene un poder muy mágico.

-En este caso pretende acercar el teatro clásico a los escolares. ¿Cómo reciben los estudiantes estas funciones?

--Muy bien. Se trata de acercar a los clásicos en su idioma, que es el rap. Al principio, cuando ven que es un recital de poesía, piensan que será un rollo, pero cuando ven que Quevedo y Góngora eran unos cachondos mentales, suben al escenario y son ellos los protagonistas, su concepto cambia porque se lo contamos de una forma divertida, y eso solo es capaz de hacerlo el teatro.

-¿Por qué? ¿Cuál es la clave?

--Subirse a un escenario les da ilusión, les motiva, se sienten queridos, es una forma maravillosa de sacar todo lo que tienen dentro, de expresarse y, por tanto, de conocerse mejor.

-¿En qué consiste el montaje?

-Ponemos en escena dos piezas. En Enamoráte de Lope, los versos se muestran a través de la relación de un chico y una chica. Y Una noche con los clásicos es un recorrido que hizo Marsillach en el que están todos los poemas más populares. Esto se hace a través de una retroproyección con Adolfo Marsillach, con el que nos comunicamos otra actriz y yo. La tercera parte es interactiva y son ellos los que suben al escenario.

-Han despojado de los textos la mística con la intención de hacerlos más asequibles. ¿Es más difícil ahora que los adolescentes digieran el Siglo de Oro?

--Es más difícil, aunque nunca ha sido fácil, la verdad. De hecho, mi padre fue una asignatura que aprobó formando la Compañía de Teatro Clásico, pero ahora están las nuevas tecnologías, se lee poco y se tiene una idea preconcebida de que estos textos son aburridos. Hay que encontrar la herramienta para que el mensaje llegue a su destino de una forma directa, y eso siempre es a través del teatro,

-Este espectáculo también se presenta como un homenaje a su padre. ¿Qué aprendió de él?

--Fundamentalmente, aprendí que el teatro es un templo, que esto es un oficio que se aprende desde abajo y que hay que tener una disciplina, un rigor. H

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