El escritor ha creado series tan conocidas como «El Barco», «Los hombres de Paco», «Los Serrano», y novelas como «Kamikaze».

-¿Cómo se enfrenta un guionista a tramas de tantos años y cómo organiza el trabajo?

-Según el proyecto, el guionista y la respuesta se organizarán de una manera. En mi caso es muy imprevisible, porque realmente los personajes van evolucionando, las tramas se van abriendo, la audiencia va cambiando e incluso tus experiencias como guionista van moldeándose. Lo bueno que tienen estas series longevas es que te dan la posibilidad de dar cosas. Muchas veces pruebas y te equivocas, pero como los personajes están afianzados en la audiencia, te permiten remontar.

-En algunas de sus series hay una tendencia bastante acuciada al “no tener escapatoria”. ¿Se debe a alguna experiencia?

No, en verdad es porque en 70 metros de eslora, los conflictos son más. Se quiere más, se odia mas, se tiene más envidia. En cierta medida es una reallity y está probado con ratones. Cuando tú encierras animales, o gente, todo se potencia y los conflictos, los choques y las dialécticas, crean más tensión y más interés para el espectador.

-¿Qué intenta transmitir a tus alumnos en estas clases de Un Verano de Guion?

- El amor por escribir y contar historias, a partir de ahí todo sobra. Estamos en una época maravillosa de eclosión de ficciones y de creatividad. El problema es que muchas veces el salto al profesionalismo es complicado. El mundo del guion es una cápsula bastante cerrada, pero siempre se está buscando ADN propio. Esas células grises siempre se van a demandar, y muchas saldrán de talleres como estos.