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ENTREVISTA AL ESCRITOR Y PERIODISTA

Javier Sierra: "Córdoba guarda muchos enigmas y acabaré adentrándome en ellos"

FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO TERUEL, 1971

TRAYECTORIA PERIODISTA, ESCRITOR E INVESTIGADOR, HA DIRIGIDO VARIAS REVISTAS DE CIENCIA Y SUS NOVELAS SE HAN EDITADO EN MAS DE 40 PAISES, CONVIRTIENDOLO EN EL ESCRITOR CONTEMPORANEO ESPAÑOL MAS TRADUCIDO.

Desde que el pasado mes de febrero El ángel perdido viera la luz, Javier Sierra ha recorrido casi diez mil kilómetros a lomos del Sierrabus, un vehículo que le sirve para hacer la mayor promoción literaria que jamás se haya visto en España. Después de 25 ciudades, concedió ayer en Córdoba su entrevista número 245 para hablar de esta nueva vertiginosa aventura con la que se adentra en los rincones más oscuros de la historia, la ciencia y la mitología y con la que ha viajado desde Santiago de Compostela hasta el monte Ararat en busca de la resolución de nuevos enigmas.

--La novela empieza con un tiroteo en la catedral de Santiago el día de Todos los Santos. ¿Qué se va a encontrar el lector después de este trepidante comienzo?

--Eso es una señal de que el libro es una novela de aventuras muy intensa, muy adrenalínica, que no va a dejar pausa al lector para que abandone la lectura. Mi intención era empezar fuerte y mantener ese ritmo hasta el final de la obra.

--La novela transcurre en 72 frenéticas horas. Da un poco de ansiedad.

--Sí, lo que ocurre es que son 72 horas en 500 páginas y en el camino se aprenden muchas cosas. Quizá lo más osado de la novela haya sido la estructura. Por un lado, acude a la primera persona ya que la novela es la aventura de Julia Alvarez, la restauradora de la catedral de Santiago, que recibe la noticia de que han secuestrado a su marido. Por otro, hay capítulos que se van mezclando en tercera persona que actúan como una cámara de televisión y que cuentan lo que está ocurriendo cerca de Julia o en otros lugares remotos. La sensación que tiene el lector es la de saberlo todo.

--Ha viajado desde Santiago de Compostela hasta el monte Ararat, en Turquía, al que ascendió con Pérez de Tudela. ¿Qué buscaba allí?

--Quería cumplir lo que ha sido desde mi primera novela mi compromiso con los lectores. Además de ofrecerles una buena narración, darles también elementos para la reflexión y una información valiosa que obliga a visitar los escenarios que quieres incluir o a conocer a determinados personajes. Vivo lo que escribo después.

--¿Se está poniendo más difícil escribir en estos tiempos una novela de investigación por aquello de que el lector es más exigente y tiene vías para comprobar si los datos son ciertos?

--Es más difícil porque te exige más rigor, pero creo que es mejor. Si hoy nos dedicáramos a comprobar algunas de las afirmaciones, por ejemplo geográficas, de Julio Verne, nos llevaríamos una decepción. Hoy no podemos correr ese riesgo. El lector te puede descubrir.

--Esta es una historia de ángeles, de relatos bíblicos y de profetas. ¿Nos vamos a encontrar también a los agentes secretos del Vaticano?

--No. He huido deliberadamente de eso. No hay agentes secretos del Vaticano ni nazis ni templarios ni Santo Grial ni aparece María Magdalena. Hay otras cosas. La paradoja de esta novela es que para ofrecer una historia nueva he bebido de los relatos más antiguos de la historia del hombre.

--¿Cuál es el secreto para ser el único escritor español que entra en la lista de los top ten del New York Times?

--No lo sé. Mi fórmula es ser fiel a los principios que mueven todas mis novelas, que son la investigación, la fascinación por ver las cosas con ojos nuevos y la pulcritud a la hora de contar una historia.

--¿Para usted todos los mitos son enigmas?

--Para mí todos los mitos esconden una parcela de realidad y buscar cuál es el origen se convierte en un desafío.

--Ahora que está tan de actualidad, ¿nunca le han llamado la atención los misterios que puede haber tras la figura de Gadafi?

--Gadafi, como todos los grandes dictadores, utiliza los mitos y los símbolos para perpetuarse, para presentarse ante su pueblo como un mesías, pero esto no es nuevo, ya lo hacían en Roma.

--Ha tardado siete años en publicar una novela. ¿Se quedó exhausto del éxito cosechado con La cena secreta ?

--No. Cuando vi el éxito de La cena secreta decidí que tenía que escribir una novela mejor que la anterior. Por eso he tardado tanto tiempo.

--¿Cómo llega a esos enigmas que tanto le gusta descifrar?

--Abriendo los ojos, conservando los ojos del niño, de curiosidad.

--¿Es Córdoba una ciudad que guarde enigmas como para escribir una novela?

--Guarda muchos enigmas y algunos están arrinconados en el Museo Arqueológico. Terminaré adentrándome en ellos. Córdoba es una ciudad que me fascina. De hecho, me casé con una cordobesa nada menos que en el Sagrario de la Mezquita Catedral. La verdad es que elegí ese lugar porque me encanta la mezcla de culturas que se respira allí y por el fresco que hay de un discípulo lejano de Leonardo.

--La promoción de este libro es la mayor que se ha hecho en España, pero esto del Sierrabus, ¿no es un poco friki ?

--No. Tiene que ver con la emoción. Un libro no es nada si no provoca emociones. Si ves por la calle un autobús que habla de ese libro que estás dudando en leer, acabas haciéndolo.

--Viendo su trayectoria, usted debió ser un niño prodigio.

--Más bien fui un niño un poco raro que escribía cuentos mientras los demás jugaban al fútbol.

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