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Stefan Zweig.CÓRDOBA

MEMORIAS

El mundo de ayer

Alianza Editorial recupera la visión de Stefan Zweig de la época que vivió

Stefan Zweig no llegó a terminar la biografía que comenzó a escribir sobre Michel de Montaigne. Se quitó la vida cuando apenas había perfilado la emoción con la que pretendía acercar al autor francés a sus lectores. Al inicio del libro, resaltó el hecho de que hay pocos escritores que son accesibles a cualquier persona y en cualquier época, y que hay otros que solo lo son en un momento determinado, como el caso del biografiado. Desde ahí, un interesante planteamiento sobre cómo es posible apreciar mejor a Montaigne, en qué circunstancias su obra es más beneficiosa: «Solo cuando uno mismo haya desesperado y dudado de la razón y de la dignidad humana, puede alabar como una proeza el hecho de que un individuo se mantenga ejemplarmente íntegro en medio de un caos mundial».

Desde luego, esas consideraciones personales y temporales no le fueron ajenas al propio Zweig. Por un lado, el contexto en el que le tocó vivir, el de una generación sobrepasada por la fatalidad. Por otro, su éxito en los años 20 y 30 del siglo pasado; su traducción a numerosos idiomas; los lectores por todo el mundo. Después, el olvido durante décadas, hasta no hace mucho. En ese balanceo, hay que destacar su habilidad de anticiparse a la fatalidad mencionada. Su análisis de la época que le tocó vivir, acompañado de una profunda reflexión (contradicciones vitales incluidas). Una actitud que, en esencia, no debería desaparecer en ninguna generación para que la barbarie no vuelva a suceder. Y, como señala el escritor Javier Peña, en el ámbito de la narrativa, es conocido por sus novelas cortas, y quizás por eso ha vuelto ahora con fuerza: «Cada vez más, los autores buscan la concisión, la precisión, la palabra exacta». Una oportunidad que no hay que perder para sumergirse en el resto de su obra.

Así, al margen de su obra de ficción, ha llegado este año, de la mano de la editorial Alianza y con traducción de Eduardo Gil Bera, una nueva edición de ‘El mundo de ayer’: unas memorias en el contexto europeo que le tocó vivir, con los turbulentos acontecimientos de las cuatro primeras décadas que llevaron al continente al abismo. En el prólogo, se atribuye la primacía de haberse encontrado «como austriaco, judío, escritor, humanista y pacifista, justo allá donde esas sacudidas sísmicas se manifestaron con mayor violencia». De este modo, su origen en una acomodada familia austriaca en un tiempo que él definió como el del «mundo de la seguridad», en una ciudad, Viena, con ansias y pasión por la cultura, pasando por sus numerosos viajes, sus encuentros con personalidades gracias a la red de vínculos que fue tejiendo en su afán por conocer a gente como Freud (que acabó bastante harto de él), Einstein o James Joyce, hasta su suicidio en Petrópolis (Brasil) en 1942, sirven de eje para el detallado y humano perfil de la sociedad por la que caminó, con el auge del fascismo en Italia y el nacionalsocialismo en Alemania. Escrito todo con un estilo tangible que, ya entonces, acercó su obra mucho más al público lector.

De las muchas anécdotas que aparecen en el libro, puede destacarse una que se corresponde con su viaje a América, a Nueva York. Un primer viaje no muy diferente a la idea romántica que cualquiera tendría en una circunstancia así, años antes de «las cataratas hirvientes de luz en Times Square». Para Zweig, «América era Walt Whitman, el país del nuevo ritmo, de la fraternidad universal venidera». Al cabo de pocos días de haber llegado, ya había visitado los museos y monumentos principales, por lo que se dedicó a vagabundear por las calles, entreteniéndose con juegos solitarios como el de imaginar que era un emigrante sin dinero y sin contactos que necesitaba encontrar trabajo como máximo en tres días. Una manera de explorar las posibilidades existentes, de cómo, tras algunas vueltas, conseguir ganarse la vida a duras penas. Un experimento que completó con la búsqueda de hogar y con los trámites burocráticos pertinentes, y que le sirvió para aprender de América más de lo que pudo hacerlo en las semanas de viaje posterior por Filadelfia, Baltimore, Chicago y Boston. Fue en la primera, paseando por una de sus avenidas, donde se encontró en el escaparate de una librería con uno de sus libros. Un hecho que le sobrecogió y le dio la medida de su dimensión.

La emoción anterior quedaba muy lejos de aquel febrero de 1942, en Petrópolis, con el mundo en guerra. Stefan Zweig pasó sus últimos días escribiendo cartas de despedida y jugando al ajedrez. Finalmente, con la vida de Montaigne firmó tablas.

‘El mundo de ayer’.

Autor: Stefan Zweig . Editorial: Alianza . Madrid, 2023.

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