2023 será una carrera de fondo en la que aún no sabemos quién cruzará la meta invicto y con la banda sonara de Carros de fuego de paisaje de fondo. La competición tendrá dos hitos que marcarán el ritmo administrativo y económico del país: el primero, en mayo, con las elecciones municipales, y el segundo, en diciembre, con las elecciones generales. Las primeras serán leídas como un plebiscito a Pedro Sánchez; las segundas, lo serán de facto. Empieza el año electoral.
Redefinición del espacio político
En diciembre del 2015 se concretó el final del bipartidismo en España y la irrupción de las nuevas fuerzas políticas que han configurado desde entonces el tablero político. Ocho años después, el derrumbe de Ciudadanos (cuyo botín es codiciado por el resto de partidos), la estabilización de Vox y la redistribución del terreno a la izquierda del PSOE (con la alianza de la ministra Yolanda Díaz, Sumar, y si ésta incluye o no a Podemos) definirán la palestra del año recién estrenado. Las municipales (que en Andalucía se celebran solas, ya que las autonómicas donde arrasó Juanma Moreno tuvieron lugar en junio del 2022) serán el laboratorio de experimentación de los comicios generales. En las primeras se elige la auténtica estructura de poder territorial del país, que maneja más dinero y recursos que el propio Gobierno central. Al igual que ocurrirá en 2023, las tres convocatorias locales anteriores (que se celebran sí o sí cada cuatro años) coincidieron con las generales en los años 2011, 2015 y 2019.
Línea y bingo: capital y Diputación
En 2019, el PSOE fue el partido más votado en las elecciones municipales en la provincia de Córdoba con el 34,43% de los votos, frente al 28,71% cosechado por el PP (en la capital, el PP venció por la mínima con una diferencia de 4.000 votos). Aquel año, el PSOE ganó las dos generales de abril y noviembre. En 2016, en Córdoba solo se celebraron generales, que dieron la victoria al PP.
En las locales del 2015, los socialistas ganaron en la provincia (32,97%) y también lo hicieron en las generales (a nivel nacional sí ganó Rajoy), por lo que hay que remontarse a 2011 para encontrar una victoria doble del PP en Córdoba: en las municipales, donde lograron el 37% del escrutinio, y las generales, con el 44,61%. Aquel año, los populares de José Antonio Nieto gobernaron por primera vez con mayoría absoluta en la capital y pusieron al frente de la Diputación a María Luisa Ceballos.
De momento, en la capital solo PP y PSOE tienen ya candidato para los comicios del próximo 28 de mayo (el actual alcalde, José María Bellido y Antonio Hurtado, respectivamente); Cs, sumido en un profunda crisis interna, sigue sin tenerlo, y la izquierda a la izquierda del PSOE (IU, Podemos y Más País, entre otros, bajo el paraguas de Hacemos Córdoba) ha firmado un principio de acuerdo que deberá concretarse en una lista.
El PSOE, con la mayoría de sus candidatos elegidos en la provincia, aspira a conservar la Diputación --donde Antonio Ruiz está dispuesto a dar la batalla (interna y externa) por mantenerse al frente de la misma--, mientras que el PP maneja encuestas en las que acaricia la victoria en el Palacio de la Merced, que gobernó por última vez entre 2011 y 2015. Para ello, será clave el resultado de la capital, que administra el PP en virtud a un acuerdo de gobernabilidad con Cs. En el Ayuntamiento de Córdoba, la marcha del proceso judicial del llamado caso Infraestructuras y la mella que pueda hacer el mismo en el ánimo de los electores marcarán el final del mandato tanto como la concreción de los logros a los que el gobierno municipal consiga poner el lazo antes de abril (por ley desde que se convocan elecciones no se pueden realizar actos propagandísticos financiados con dinero público).
El sprint final y la hora de la verdad
Tras el referéndum de las municipales que marcará la primera mitad del año y el parón del verano llegará el sprint final que desembocará en las generales, aún sin fecha establecida. Como muy tarde serán el 10 de diciembre de 2023, siempre que el Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos consiga agotar el mandato y el presidente Pedro Sánchez no convoque antes.
Parece difícil concebir un clima político más tenso que el que ha marcado la legislatura, pero la proximidad de las urnas actuará de acelerante natural en un país donde los ciudadanos han situado los problemas políticos en el tercer puesto de sus preocupaciones (según la última encuesta del CIS y solo por detrás de la crisis y el paro). La cita electoral confrontará por primera vez al líder del PSOE con el nuevo jefe de los populares, Alberto Núñez Feijoo, aunque ambos tendrán que mirar a los retrovisores de sus flancos. En las últimas encuestas, ambos retroceden pero mantienen abierta la pugna por la gobernabilidad. En 2023 se hablará de economía, inflación y de ayudas sociales, pero también de inestabilidad política y de crisis institucional. Queda por delante un año muy largo en lo político, una auténtica carrera de fondo para la que hará falta tomar aire.