Francisco Emilio Ortigosa, Joaquín Navas y Francisco Montaño son tres agentes de la Guardia Civil de Córdoba con más de 30 años de servicio, la mayoría de ellos en la carretera. El pasado 4 de febrero, mientras patrullaban en el kilómetro 412 de la A-4, recibieron un aviso urgente. Una pareja joven con dos niños estaba en la carretera con el menor de ellos en parada respiratoria. «Estábamos a 5 minutos de allí así que llegamos antes que los sanitarios», explica Joaquín, que además de Guardia Civil es técnico de emergencias sanitarias y tiene varias felicitaciones por su intervención en accidentes de distinto tipo. «Los padres estaban muy angustiados, sin saber qué hacer y al vernos se decepcionaron un poco porque esperaban la ambulancia», comentan, «mucha gente no sabe que los guardias podemos ayudar en estas circunstancias, que estamos formados para ello». 

La madre, sentada en el interior del vehículo, sostenía a Marcos en brazos. Según relata Andrés, su marido, poco antes, en casa, mientras preparaban la comida, vieron que a su hijo le pasaba algo raro. «Estaba jugando con unos patitos y de repente, dejó de hablar y con la boca muy rígida y babeando, empezó a abrir y cerrar los ojos», recuerda, «cogimos a la niña, nos montamos los cuatro en el coche y llamamos al 112, que nos recomendó que paráramos en la gasolinera de Aldea Quintana hasta que llegara la ambulancia», Pero la Guardia Civil apareció antes. Para Andrés y Ángela, su llegada fue providencial, «como si cayeran del cielo porque estábamos muy asustados, nunca nos había pasado algo igual y no sabíamos muy bien qué hacer para salvar al niño».

Francisco Emilio, Joaquín y Francisco, los tres agentes que intervinieron para ayudar al pequeño Marcos. Chencho Martínez

Los agentes intentaron averiguar si podía haberse atragantado con algo o si se había tragado algún juguete pequeño, pero lo descartaron; estaba inconsciente, presentaba pequeñas convulsiones, pero no tenía fiebre, así que la prioridad era conseguir que respirara cuanto antes. Rápidamente, pusieron al pequeño tumbado de lado sobre un chaquetón en el suelo y Joaquín le colocó en la boca una cánula infantil que lleva en el maletín de primeros auxilios que siempre le acompaña. «Había mucha gente alrededor, querían ayudar, pero los padres estaban muy nerviosos así que intentamos que dejaran espacio y que todo el mundo se tranquilizara para no empeorar la situación, sabíamos que en una parada respiratoria, los primeros minutos son muy importantes para evitar un daño neurológico», comentan. 

Los tres son padres y confiesan que ver a un niño de cuatro años en esas circunstancias «es muy doloroso». Para Ángeles y Andrés, «su actuación fue de gran ayuda, por eso solo podemos decir gracias, no hay palabras». Cuando llegó la ambulancia, los sanitarios tomaron el relevo y estabilizaron al menor para trasladarlo al hospital. «Los padres se quedaron fuera, confusos todavía por lo que había pasado y decidimos escoltarlos hasta el Reina Sofía», recuerdan los agentes, que les aparcaron el coche y les entregaron las llaves antes de marcharse. 

El pequeño Marcos permaneció tres noches en la UCI, según su padre, hasta que fue trasladado a planta, donde lo trataron por un estatus epiléptico. «Aún le tienen que hacer más pruebas, pero afortunadamente se encuentra bien», aclaran los progenitores. «Para nosotros fue el momento más duro que hemos pasado, ver a tu hijo que no reacciona, sin poder respirar, es muy fuerte, piensas que se te va... menos mal que aparecieron», comentan sinceros, antes de añadir que «los sanitarios de la ambulancia y la gente del hospital también se portaron fenomenal con nosotros, estamos muy agradecidos a todos, la verdad».

Tras el episodio de salvamento, Francisco Emilio llamó a la familia en varias ocasiones para saber cómo se encontraba el niño. «Tengo una hija dos años mayor que Marcos, imagino lo que pasaron», explica. Andrés, por su parte, destaca la humanidad de los tres guardias, que les ha tocado la fibra, De hecho, no descartan encontrarse como amigos. Debe ser el espíritu benemérito, hacer el bien a los demás.