«En mi día a día me afectó muchísimo. Los primeros días te defiendes y te lo tomas como algo normal. Pero cuando ese insulto se convierte en un mote y dejas de llamarte José es muy doloroso», así recuerda José Trenas, un chico de 22 años, su paso por segundo de Primaria.

Al igual que otros muchos niños, Trenas tuvo que enfrentarse a numerosas acciones por parte de sus compañeros que le situaron en una situación vulnerable respecto a ellos. «En el recreo nos juntábamos aquellos a los que nadie aceptaba. Hacíamos nuestra piñita», confiesa Trenas. El patio lo recuerda como «una batalla de guerra dividida entre los que jugaban al fútbol, las niñas y con los que nadie quería juntarse». «Acabamos juntándonos al lado de un cubo de basura del patio para no molestar a los demás. Ahí fue cuando me vio una de las niñas de clase y me empezó a llamar «huele pestes», dándome a entender que olía mal. Esa fue la palabra que a mi me marcó», declara Trenas. Desde entonces, Trenas manifiesta que le afectó hasta tal punto de llegar a ducharse «6 o 7 veces al día con estropajos, provocando rozaduras en todo el cuerpo hasta el punto de salir lleno de sangre de la ducha». Además, cada mañana, Trenas sufría ataques de ansiedad al ver la puerta del colegio. «Fue una tortura diaria, lloraba por no ir al colegio, pero mi madre en un principio pensaba que era la rabieta de un niño que no quería ir a la escuela», reconoce Trenas.

Entre las «soluciones» que el centro educativo en el que estudiaba propuso fue que Trenas repitiera curso. «El colegio no me ayudó en nada. Me hicieron repetir segundo de Primaria diciendo que no tenía la capacidad suficiente. Eran ellos los que no tenían la capacidad suficiente para entender que a un niño le estaban acosando. No pueden hacer a los niños perder un curso mientras aquellos que le acosan sí pasan», añade Trenas.

Por último, Trenas manda un mensaje de apoyo a todos aquellos que puedan llegar a sufrir un episodio de acoso escolar. «Que sean fuertes, que no se rindan y pidan ayuda siempre. Sobre todo, que nunca lleguen a mi límite», asevera.