«Cualquier persona está en disposición de tener ideación suicida si sufre una crisis suficientemente profunda, potente y duradera», afirma el psicólogo Rafael Muñoz al ser consultado por este problema, por lo que llama a «dar soluciones, poner recursos, prevenir, formar e informar». Este profesional coordina el grupo de intervención en emergencias del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental en Córdoba, para lo que cuentan con un convenio con el servicio de Emergencias 112 Andalucía, que les activa cuando es necesaria su intervención.

«El suicida tiene una visión de túnel, de que solo hay dos salidas a su problema, seguir sufriendo y el suicidio», precisa este experto, que lo califica como «un problema de salud mental». En cuanto a los factores que inciden en estas situaciones, alude a las crisis de ansiedad, el estrés laboral o la pandemia de coronavirus, «que nos ha puesto muy al límite». Además, indica que «nuestra salud mental varía a lo largo del año y las condiciones climatológicas nos influyen. Los factores telúricos nos influyen, pero no se puede decir que sean un efecto clave. Probablemente, son un agravante. Cualquier factor estresante añade carga a la crisis. La pérdida de trabajo, un abandono amoroso, problemas económicos... Estas cuestiones hacen que aumente la probabilidad», señala. De este modo, hace hincapié en que «se habla de que una de cada tres o cuatro personas vamos a tener o hemos tenido problemas de salud mental, entre otros, la ideación suicida, que es muchísimo más frecuente de lo que pensamos».

En declaraciones a este periódico, Rafael Muñoz opina que la necesidad de evitar este tema para no provocar un efecto llamada «es de esos mitos que hay que eliminar cuanto antes». En este sentido, asegura que existen investigaciones científicas que han demostrado lo contrario «no solo en el suicidio, también en el consumo de drogas o en la violencia de género. El suicidio no va a ser distinto. La tasa se ha mantenido constante, precisamente, por ocultarlo. Hablar las cosas nos ayuda a ponerle remedio. Son personas que necesitan que se les escuche», subraya.

Por tanto, acerca del impulso de un teléfono de información que funcionará las 24 horas para atender a las personas que sufran estas dificultades, una medida anunciada recientemente por el Gobierno de España, Rafael Muñoz destaca que «por otros teléfonos que llevan años, como el de la Esperanza o el de las víctimas de violencia de género, si tienes un teléfono específico para el suicidio, con gente preparada para atender a esas personas, sin duda ayudará muchísimo a disminuir el número de intentos e incluso de consumaciones. Todos lo esperamos así. En otros países, se ha visto que ese tipo de medidas ayuda a que el número de víctimas baje. Igual que la difusión en medios de comunicación», insiste.

De otra parte, preguntado por la incidencia del suicido entre la población, este psicólogo destaca que «los profesionales tenemos muy claro que hay mucho más de lo que se sabe». Así, apunta que «la estadística muchas veces hay que cogerla con pinzas» y recuerda que, «en la mayoría de los casos, no se reconoce, la familia lo oculta. Hay estigmas que rodean al suicido que debemos quitar para ayudar a las personas».

Entre otras cuestiones, también subraya que «hay muchísimos jóvenes que lo intentan y accidentes de tráfico que son suicidios encubiertos hay más de lo que se puede pensar, en jóvenes y en mayores».

«Que hable»

Quizá uno de los principales inconvenientes a la hora de afrontar una situación de este tipo es el desconocimiento sobre lo que se debería hacer y, precisamente, consultado por los primeros pasos que habría que dar al tratar con una persona que tiene una ideación suicida, este profesional detalla que «lo primero es darle tiempo, escucharlo sin querer solucionarle el problema con frases vacías como ‘el tiempo lo cura todo’. Dar importancia a lo que siente, que sienta que hacemos lo posible por entender su situación». A esto añade la necesidad de «llamar al 061 o al 112. Las dos cosas tienen que ir de la mano, pedir socorro, pero mientras, se está acompañando, darle tiempo para que él se enganche a la vida, no querer solucionarle el problema, porque no podemos, está en sus manos pero no ve la solución. Es mejor decir ‘no sé cómo ayudarte, pero aquí estoy contigo, dime lo que quieras’. Si lo dices con sinceridad, va a conectar contigo. Como mínimo, estamos ganando tiempo». Según explica, «tenemos que buscar la normalización de las emociones y de las ideas, aceptar, que hable. Y, luego, sería bueno hacerle preguntas que nos darán pistas de cómo de avanzada está su idea, si tiene todas las respuestas claras, la ayuda debe ser rápida, porque hay una alta probabilidad de que lo haga».