- Hace un año se declaró el estado de alarma. ¿Qué cree que se ha hecho bien y qué se debería haber evitado?

- Creo que lo más positivo ha sido la capacidad de entrega, compromiso y solidaridad de todas las personas, colectivos y empresas que desde el primer momento se han dejado la piel para combatir esta situación y que hoy siguen haciéndolo con el mismo entusiasmo y dedicación. En cuanto a los errores, obviamente los ha habido, si no, no estaríamos inmersos en una pandemia mundial sin precedentes un año después. Pero sinceramente considero que lo más importante es aprender de los errores y tener una rápida y eficiente capacidad de respuesta y adaptación.

- ¿Qué considera prioritario en esta nueva etapa en la que nos encontramos?

- Estamos viviendo una crisis sin precedentes, por lo que es necesario adoptar todas las decisiones para combatir el virus sin lastrar aún más nuestra economía. Es posible que las medidas e instrumentos convencionales no sean suficientes y haya que recurrir a la creatividad para poner en marcha iniciativas innovadoras. El Gobierno debe impulsar la actividad industrial y el sector de la construcción, para que la industria pueda ejercer su papel de motor. En lo que atañe a la industria cementera, es imprescindible impulsar la inversión pública en infraestructuras, vivienda pública y rehabilitación.

- ¿Se muestra optimista con una pronta recuperación de la economía de Córdoba/de su empresa y por qué?

Tenemos una oportunidad con todas las propuestas ligadas a la Agenda 2030 y al Pacto Verde Europeo. Además, existen otras iniciativas como el desarrollo de programas de vivienda social para alquileres a largo plazo, que permitirían relanzar la demanda en el sector residencial o el impulso de la rehabilitación de edificios con criterios de eficiencia energética.

- ¿Cuál ha sido para usted la mayor enseñanza de esta situación?

- La pandemia ha puesto de manifiesto que la industria es clave para una economía sana y solvente y para que una sociedad funcione. Hay que seguir apostando por sectores que tradicionalmente han sido considerados estratégicos y que han ido perdiendo peso para trasladarse a otros países con menores costes, derivados fundamentalmente por la mano de obra barata y las menores exigencias ambientales. Esto reduciría el riesgo que representa la dependencia de terceros países y las consecuencias que se derivan de una ruptura en la cadena de suministro. La industria española representa el 13% del PIB y el 30% del empleo, directo e indirecto.