El año 2020 pasará a la historia del comedor trinitario de Córdoba como el peor de sus 32 de trayectoria en cuanto a demanda de ayuda, según han explicado esta mañana en rueda de prensa el director general de la Fundación Prolibertas, Antonio Jiménez y el director del comedor, Eduardo García. Es el impacto de la crisis sociosanitaria derivada de la pandemia que se refleja en el balance de actuaciones del pasado año. Según la información facilitada, el comedor atendió en el 2020 a 633 usuarios nuevos que no habían pasado antes por la entidad, 431 de los cuales llegaron a partir del decreto del estado de alarma. Aunque el número total de comensales no fue más alto que en el 2008, pico máximo fruto de la crisis económica iniciada ese año, sí fue mucho más elevado el número de comidas repartidas, ya que en esta ocasión "hay personas y familias enteras que llevan meses, un año incluso, acudiendo a la cola del comedor para recoger el almuerzo, algo que no ocurrió en la anterior crisis en la que una parte muy importante de los usuarios eran extranjeros que estaban de paso por la ciudad", ha señalado García.

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Para dar respuesta al aumento de solicitudes de ayuda, el volumen de almuerzos repartidos a diario en el comedor se disparó un 48% y se atendieron casi 10.000 servicios de comedor más que el año anterior. La puesta en marcha del colegio mayor Séneca para un centenar de personas en situación de calle durante el periodo de confinamiento duro no supuso una reducción de la demanda, según García, ya que a los usuarios sin hogar habituales se sumaron el año pasado una serie de nuevos perfiles de exclusión social.

Nuevos perfiles de exclusión social

En esa nueva bolsa se encuentran, según la fundación, "autónomos, personas en situación de ERTE pendientes de cobro, feriantes, camareros y personal de hostelería abocados a la parálisis laboral, venta ambulante... que han visto mermados sus ingresos y forzados a pedir ayuda a las entidades sociales, muchos de ellos, por primera vez en su vida".

David Lino, responsable del comedor, expuso que a las peticiones de alimentos se han sumado la solicitud masiva de ayuda para tramitar el ingreso mínimo vital, que ha supuesto un plus de trabajo para las entidades sociales, ha destacado. "La puesta en marcha de este programa provocó una avalancha, un verdadero tsunami en nuestra entidad y en otras de personas sin recursos y sin habilidades digitales para realizar los trámites que requiere esta solicitud", ha recordado, "en un momento en que las instituciones no ofrecen atención presencial, lo que desbordó la capacidad de las organizaciones sociales". Según David Lino, que alertó del impacto de la brecha digital de las personas en situación vulnerabilidad, no tenemos datos cuantificables del volumen concreto de personas atendidas "porque ha habido momentos en que lo importante era dar respuesta y no apuntar a los usuarios que iban llegando", de ahí que "haya datos que se queden cortos respecto a lo que se ha producido en realidad". Según la Fundación Prolibertas, los requisitos que exige el ingreso mínimo vital y la documentación que se precisa aportar, "hace que sea prácticamente imposible solicitarla para muchas de las personas que acompañamos, al anularse la atención presencial en organismos públicos".

La gravedad del momento llevó al comedor a recuperar un servicio de atención alimentaria a familias, que se habilitó en la crisis del 2008 y que en el 2019 se había cancelado. A lo largo del 2020, 199 familias, es decir, unas 544 personas han puesto la mesa con los almuerzos preparados por la Fundación Prolibertas en Córdoba, una cantidad añadida a los servicios de comedor individuales.

Las medidas de seguridad sanitarias, que obligan a mantener las distancias de seguridad, han llevado a la institución a readaptar los espacios. De esta forma, la Casa de la Libertad, con aforo reducido a 20 personas, se ha reconvertido en salón comedor al que asisten por turnos varias decenas de personas. Los que tienen algún tipo de alojamiento retiran la comida para comer fuera, ya que no hay espacio material para todos. "En el 2021, la situación no ha mejorado y si acabamos el año con una media de 150 comensales diarios, ya vamos por 160 y hasta 165 en días puntuales", ha destacado Eduardo García, que ha recalcado la falta de espacio que sufren, ya que "estamos preparando comida para 160 personas más 20 familias que vienen cada semana en la misma cocina donde dábamos de comer a 40 personas cuando empezamos hace 30 años".

Proyecto a Urbanismo para la cesión de espacio

En cuanto a la demanda ya histórica de un nuevo edificio donde ampliar y mejorar la respuesta a las personas sin hogar, el director general de la Fundación Prolibertas ha explicado que en diciembre del año pasado se presentó un proyecto a Urbanismo para la cesión de más espacio en el actual edificio de la Casa de la Libertad, en la calle Sagunto (antigua sede de Cruz Roja), que está actualmente en estudio por parte del Ayuntamiento. "Es urgente contar con más espacio", ha insistido García, "estamos en una situación muy precaria".

A los almuerzos, se suman los servicios de ducha (3.086, un 21% menos debido al cierre de los meses de confinamiento) y ropero (3.689 servicios, un 24% menos por la misma circunstancia), que se han mantenido durante todo el año, salvo el periodo comprendido entre el 13 de marzo y el 8 de junio.

En cuanto al capítulo de ingresos, Antonio Jiménez ha destacado que si bien las aportaciones públicas se han mantenido según lo previsto, han sido las aportaciones de particulares y empresas las que han aumentado considerablemente, haciendo posible la respuesta del comedor a una demanda creciente. Jiménez también ha subrayado que la crisis sanitaria derivada de la pandemia del coronavirus ha generado una grave crisis social y que "se necesitará al menos dos o tres años para reconducir a las personas que han caído en exclusión".