Manuel Reina es CEO de Gesthispania, una empresa de soluciones de movilidad que suma con sus filiales una plantilla de 80 trabajadores y que antes de la crisis, como casi todas, ni había oído hablar del teletrabajo. Actualmente, el 80% de su plantilla trabaja desde casa aunque la sociedad ultima su mudanza al Parque Joyero. «Empezamos a teletrabajar con la pandemia, la ventaja fue que ya teníamos sistemas centralizados en la nube», explica. «Dotamos al personal de portátiles, preparados con seguridad, y luego tuvimos que hacer algunas modificaciones de procesos que requieren manejo de papeles físicos».

Para Reina está claro que el teletrabajo es una realidad que ha venido para quedarse. «Con la pandemia se hizo todo de manera precipitada, sin planificación, era esto o nada. Lo que ahora planteamos es algo más reglado, aunque el teletrabajo no es la panacea ni para el empleado ni para la empresa. Yo prefiero que mis trabajadores estén en la empresa», comenta Reina que dice, eso sí, que se ha superado el presencialismo. Defiende, además, que la presencia física de los empleados permite desarrollar estrategias, un sentimiento de pertenencia frente al teletrabajo, donde todo es «más frío». Entre las mejoras sitúa el avance que se ha dado en pos de la conciliación familiar y sus planes de futuro pasan por que su plantilla regrese a la oficina y el teletrabajo se regule como una opción flexible y de conciliación familiar. «Sin la pandemia todos le habríamos puesto muchos problemas». Lo que menos claro tiene es que el empresario tenga que pagar suministros y apela al sentido común. «Imponerlo por ley no lo veo, parece más lógico llegar a acuerdos».