Tenían muchas ganas de volver, pero no así. Las pocas tiendas de souvenirs abiertas, la mayoría en la calle Deanes, lamentan que regresar, que durante el confinamiento era su máximo deseo, en estas condiciones les está costando el dinero. La Judería es casi un desierto aún, en el que muchos negocios, sobre todo de alojamiento, aunque también de hostelería, permanecen cerrados. Ni siquiera el Patio de los Naranjos es la sombra de lo que fue cuando, antes de la pandemia, era el punto de encuentro de todas las culturas. Por la zona más turística de la ciudad aún no hay guiris, solo pasean viajeros de ciudades andaluzas y de otras comunidades.

Desde 1909 lleva abierta Souvenirs San Rafael, ubicada junto a la Puerta del Puente. Cincuenta años lleva al frente del negocio Manuela Revuelto. Su hija, María Amo, lleva varios días abriendo la tienda durante algunas horas, «a medio gas». De momento, su impresión es que «nos está costando el dinero abrir porque no hay apenas clientes». «Estamos aquí porque es nuestra vida y somos trabajadores natos pero no porque compense», señala. Para los pocos turistas que hay encontrarse con un espacio abierto ha sido como «un respiro», indica, porque «no tenían ni donde preguntar».

La clientela que está recibiendo procede «de las provincias cercanas de Andalucía, aunque esta semana han venido de otras comunidades, pero no más de tres personas». De fuera del país solo han entrado «afincados en Málaga». María considera necesario que «las administraciones nos ayuden porque si no, vamos a acabar cerrando». «Estamos encendiendo la luz lo mínimo, sin poner el aire, pasando calor» para gastar lo mínimo posible, afirma.

Junto al bar Santos, que vuelve a ofrecer sus tortillas frente a la Mezquita, otra tienda, la de Juan Pérez, lleva abierta unos días, aunque solo por las mañanas. «He decidido abrir ya como una cuestión desesperada porque tres meses asumiendo gastos con la tienda cerrada no compensa». Juan tiene otras cuatro tiendas en la Judería y a 12 trabajadores en ERTE, que espera ir incorporando si aumenta la actividad. Sus clientes proceden de Andalucía, aunque «poco a poco se está viendo gente de fuera, de Madrid, pero muy a cuentagotas». Los únicos extranjeros que han entrado son «gente que está residiendo aquí». «Hasta que no abres no te das cuenta de lo mal que está la situación», lamenta.