A los profesionales desbordados por la crisis del coronavirus hay que sumar a los abogados laboralistas y graduados sociales, que ven cómo en los últimos días en sus mesas se acumula la tramitación de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), ya que esta alerta que vivimos, además de sanitaria, también tiene una gran repercusión económica y son innumerables las empresas que se han visto abocadas a este extremo laboral. «En mi vida he tramitado tantos ERTE», dice el abogado laboralista Federico Medina, que, como su compañero Octavio Mengual, nunca se ha visto en una situación como esta. «Desde el viernes 13, a las 15.00 horas, todos los despachos de abogados laboralistas y graduados sociales estamos trabajando al 300%», asegura Mengual, que reconoce que «nadie podía imaginar lo que nos está cayendo encima». De esta forma, este abogado considera que su gremio ahora mismo es «el facultativo de las empresas» porque esto es «brutal».

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«Los requisitos para presentar un ERTE son prácticamente los mismos para una empresa de 1.000 trabajadores que para una de tres» y si esto se inserta en el «estado de psicosis en el que nos encontramos, la bomba es casi diabólica», continúa este abogado, que a todo esto suma «el problema de confusión jurídica, ya que la norma decretada por el estado de alarma regula muy deficientemente».

La complicación radica en que hay empresas que pueden tramitar un ERTE por fuerza mayor, lo que «resulta más fácil», y son aquellas que están tasadas como clausuradas, frente a otras muchas a las que se le permite continuar con su actividad, que ahora tampoco pueden desarrollar. «¿Cómo se le explica a un cliente que eso no es fuerza mayor?», se pregunta Mengual, que asegura que si para un jurista es complicado llegar a entenderlo, «para el ciudadano de a pie es imposible», uniendo a este cóctel explosivo preguntas como «¿qué va a pasar con mi negocio? o ¿cómo voy a pagar este mes las facturas?». «Hay mucho desasosiego», continúa Mengual, que asegura que se está encontrando todo tipo de empresas en estos casos, «incluso al empresario que tan solo tiene un empleado, pero su negocio está parado y los costes se van incrementando, mientras la fuente de ingresos es cero».

A DOS VELOCIDADES // Por otro lado, un ERTE requiere un procedimiento y, aunque la ley ahora permite agilizar los de estas empresas cerradas, el resto continúa con los trámites habituales y «no surten efecto hasta que no finaliza todo ese proceso», explica Mengual, que lo ejemplifica de la siguiente manera: «Es como si tuviéramos a dos enfermos y, mientras que uno se puede trasladar en una ambulancia, el otro tiene que ir en bicicleta. Evidentemente, este último llega muerto». Y esta es la principal incredulidad del asunto, «que todos estamos afectados por una situación de fuerza mayor», continúa Mengual. Pequeñas y medianas empresas del sector servicios, la hostelería y la construcción son las que más ERTE han presentado en Córdoba, según señala Federico Medina, que asegura que actualmente sufren «una sobrecarga importante de trabajo», dificultada por el hecho de no poder llevar a cabo las tramitaciones personalmente debido a las normas de aislamiento. Ante esta situación, «está habiendo mucha colaboración entre compañeros», señala el abogado laboralista, que subraya que a toda esta complicación ahora hay que añadir «que hay que hacer un esfuerzo interpretativo de las normas».