Córdoba es una ciudad con un potencial enorme que por distintas razones no se aprovecha en toda su magnitud. Su posicionamiento estratégico, su patrimonio, su cultura, su riqueza natural, y actividades económicas para las que presenta fortalezas muy destacables, son algunos de los factores que sostienen dicho potencial. En lo que al sector agroforestal y agroalimentario cordobés se refiere, su importancia es clara: la agricultura ocupa el 52% del territorio, lo forestal el 36% del mismo, siendo Córdoba el único núcleo urbano mayor de 50.000 habitantes con tres espacios protegidos de la Renpa.

En el ámbito en el que desarrollo mi actividad profesional, Córdoba tiene algo que es difícil encontrar en otros entornos: un ecosistema de instituciones, entidades y empresas con tradición para trabajar conjuntamente por el agro, lo forestal y la agroalimentación. Esto es lo que ha permitido que Córdoba sea reconocida internacionalmente como referente en investigación e innovación agroforestal y agroalimentaria.

No se entenderían los grandes avances que se han producido en muchos ámbitos (olivar, agua, mecanización, sanidad vegetal, nuevas tecnologías, digitalización, desarrollo rural, lucha contra incendios...) sin las aportaciones que desde Córdoba se han realizado. Sin embargo, han sido importantes las dificultades para trasladar a la sociedad este potencial y convertirlo en valor añadido que permanezca en nuestra ciudad.

Los principales retos que se presentan son la imprescindible transformación digital, la internacionalización de sus empresas, el mejor posicionamiento en nuevos mercados, la apuesta real por la innovación a través de alianzas entre empresas, la Administración y entidades e instituciones de investigación, la mejora constante de la calidad, la sostenibilidad y la puesta en marcha de estrategias que permitan una mayor captación de valor añadido. Para todo ello resulta determinante la colaboración institucional y el compromiso de todos los actores implicados.