Después de varios años preocupada por un colectivo tan vulnerable como este, la asociación cordobesa EMET Arco Iris ha tenido la oportunidad de adentrarse en un gratificante proyecto para ayudar a las mujeres subsaharianas que llegan embarazadas o con hijos a las costas andaluzas, como las de Almería, Cádiz y Motril, escapando de la triste realidad que tuvieron que vivir en sus países de origen, sin saber dónde está su rumbo y qué les deparará el destino. La asociación, con la ayuda de otras trece entidades más, coordina la red Ödos, que trabaja a nivel estatal.

Este está siendo uno de los trabajos más especiales que ha realizado la asociación en sus más de 30 años de trayectoria, debido a la tremenda vulnerabilidad que sufren tanto los niños como las mujeres que llegan al centro. «Cuando les pones cara y nombres al llegar aquí y piensas lo que han tenido que sufrir desde que salieron de sus países, e incluso antes, porque si decidieron huir de allí es porque tenían una historia dolorosa. Cuando las ves aquí después de haber cruzado el Estrecho en patera, habiendo visto morir a personas que venían con ellas, habiéndose separado de las personas que les acompañaban, hasta de sus propios hijos, es muy duro», confiesa Auxiliadora Fernández, directora general de la Fundación EMET Arco Iris, que trabaja a pie del cañón en el centro cada día.

El proyecto consta de dos fases, la primera está a cargo de esta asociación, que ha establecido un centro de acogida para estas mujeres en Montilla, en el que pueden disponer de un ambiente adecuado para el restablecimiento personal y familiar junto a sus hijos. El centro se encuentra alejado de la vida urbana y del estrés que supone una ciudad, en plena naturaleza, y allí estas familias pueden disfrutar de amplias estancias donde descansar, piscina para que jueguen los niños, y muchos espacios más.

En este centro los profesionales y voluntarios realizan actividades de acompañamiento integral para que estas familias puedan volver a una vida normalizada. Los trabajadores estudian cada situación, observando, entre otros aspectos, la relación que tienen las madres con los niños y niñas. A partir de este estudio, intentan atender sus necesidades de la manera más personalizada posible, orientando a las madres para el futuro que les espera.

¿Y mañana, qué mañana, qué?

Algunas de las mujeres que han estado en el centro ya han decidido que quiere quedarse en España a vivir, otras quieren marchar a otros lugares, generalmente a Francia. Una de ellas, Marian Mete, procede de Costa de Marfil y, tras la salida del centro, ha querido continuar con su vida en Córdoba, junto a dos de sus cinco hijos. Desde la asociación le han proporcionado ayuda, contratándola a tiempo parcial en el centro para que les ayude en la organización de la casa y para que les sirva de mediadora con el resto de las mujeres. Estas madres pasan una media de tres meses en el centro y una vez que salen de allí pasan a la fase dos, en la que las ayudan a iniciar una nueva vida, acompañadas de sus hijos.

Voluntariado

Son muchos los profesionales y voluntarios que realizan actividades con ellas. En el centro trabajan educadoras, monitores de apoyo, psicólogas, trabajadores sociales. Además de los trabajadores, son muchos los voluntarios que aportan su granito de arena para ayudar al colectivo. La mayoría son voluntarios del colegio de las Esclavas de Córdoba y de la zona donde se encuentra el centro. Las educadoras hacen turnos de 24 horas y durante ese tiempo se dedican a darle todo tipo de apoyo a las mujeres y niños, sobre todo tareas de acompañamiento. Además, realizan actividades como clases de español, cursos como el de manipulador de alimentos que sirven a las mujeres para su futuro laboral. Una de las actividades que Patricia Rodríguez, una de las educadoras del centro, ha destacado ha sido un taller de emociones que las mujeres han realizado y que les ha encantado. Pero según ha comentado Patricia, lo que más les gusta es ir de compras, en especial, a la tienda africana que suelen frecuenta. Les encanta comprar objetos y productos que les recuerda a su tierra. También llevan a los niños a ferias, campamentos y muchos más eventos. En el centro se respira felicidad, tranquilidad y alivio. Las mujeres necesitan estos meses de recuperación y de contacto con el entorno del centro así como con sus pequeños. Irene Martínez, la trabajadora social, tiene un horario de mañana en el que se encarga de todos los trámites que requieren estas familias para que puedan tener su vida en orden, dentro y fuera del centro.

También son muchas las personas que ayudan a través de la página web del proyecto, www.redodos.org. Este centro no recibe ningún tipo de ayuda propia, se financia a través de voluntarios y ayudas, como los ingresos a un fondo, que todo aquel que lo desee puede hacer. El trabajo de pilotaje de la red Ödos tiene una previsión de unos dos años, que puede ser prolongado si la dirección y organización del proyecto lo cree conveniente.

La Fundación EMET Arco Iris está más que preparada para coordinar un proyecto de tal envergadura. Su ilusión y ganas por cambiar el mundo y ayudar a los colectivos más vulnerables los hacen únicos. Como Auxiliadora ha afirmado, forman un equipo adecuado a las necesidades de estas mujeres, que está realizando «un trabajo bastante a medida para cada situación. «Nos caracteriza la formación continua y la flexibilidad que tenemos para adaptar los programas a las necesidades de cada una de las personas», afirma la directora de la fundación.