El empresario Juan Salado tiene desde octubre las llaves del Palacio de Congresos de la calle Torrijos. Formando una unión temporal de empresas junto a Marva participó en el concurso para gestionar durante 18 años este histórico edificio y se convirtió en su adjudicatario. Por delante le queda un largo camino que inicia con ilusión y muchas ideas, pero con prudencia para no desvelarlas antes de tiempo. En el proyecto de ciudad en el que está embarcado da especial importancia a la función social y ya prepara un acuerdo con Prode para cumplir ese fin.

-La empresa a la que representa ha tenido la difícil tarea de reactivar el Palacio de Congresos tras tres años de cierre. ¿Cómo han sido los cuatro primeros meses?

-Han sido frenéticos porque nos hemos encontrado con un Palacio en el que había peticiones previas a la apertura y hemos tenido que arrancar trabajando y atendiendo a los clientes. En enero y febrero, que son, desde el punto de vista estacional, menos positivos para la actividad empresarial, estamos con la implantación de los sistemas de gestión e informáticos y en la puesta de los cimientos para tener una actividad solvente, sólida y con garantías para que cuando empiecen a llegar los clientes en la nueva temporada estemos preparados.

-El edificio, aunque esté a medio reformar, ¿está cumpliendo sus expectativas?

-Como cuando te entregan una vivienda, te encuentras flecos que son complicados de asimilar, pero la mesa concesional, la Junta y la empresa constructora están en un formato de colaboración total y resolviendo los contratiempos.

-¿Qué limitaciones tienen al no estar el edificio al 100%?

-Las limitaciones son para determinados eventos de cierta dimensión, no por el plenario, que tiene 760 butacas. El edificio debe tener versatilidad para dar servicio y cobertura a las necesidades del cliente, como que, de forma simultánea con el plenario, haya siete salas distintas para reunirse o un espacio para exposición comercial o actividades complementarias. El hecho de que el Palacio de Congresos no esté terminado nos limita bastante con algunos clientes que se plantean en algunas ocasiones la posibilidad de irse y en otras están muy pendientes de las fechas del inicio de la obra de la segunda fase.

-¿Qué información tiene sobre la segunda fase, que se retrasa?

-En las reuniones que tenemos con la mesa concesional nos exponen que la licencia está pendiente, que la pidió la Junta y está en estudio desde abril del 2018. Al no llegar, no se activa la obra y al no activarse, no tenemos un calendario cierto de ver a lo que nos podemos comprometer y a lo que no. Nosotros podemos arriesgarnos dentro de los tres años comprometidos por contrato, pero el cliente a veces no se atreve por la incertidumbre ante el retraso en este tipo de licencias.

-¿Cree que influirá de alguna manera el cambio de gobierno en la Junta en la segunda fase?

-Entiendo que no debe. El Palacio de Congresos es un proyecto de ciudad y no tiene nada que ver con el color político ni con la situación de los cambios que pueda haber en los próximos 18 años. Nosotros nos tenemos que entender con personas de todos los perfiles, de todos los colores, que puedan transitar por las instituciones en los próximos 18 años y el cambio de Gobierno tiene que afectar a mejor, y no porque el otro haya sido peor, sino porque tiene que entrar un soplo de aire fresco. Córdoba necesita un otoño, pero no solo en las instituciones, sino en el paradigma del segmento turístico congresual, para que se caigan hojas secas y venga una primavera, y haya cambios en los formatos, en los modelos, y el mercado evolucione y nosotros nos tenemos que adaptar. El Palacio de Congresos no tiene por qué estar preocupado, sino todo lo contrario. Estoy deseando saber cuáles son mis nuevos interlocutores para establecer las alianzas con las instituciones que haya en cada momento y que puedan utilizar el Palacio de Congresos como un proyecto de ciudad porque no es mío, yo soy el depositario de la confianza, del desafío de dinamizar un espacio público, aunque sea a través de una empresa privada.

-¿Teme la competencia del centro de ferias del Parque Joyero?

-En absoluto. Es totalmente complementario. La estrategia institucional y la comercial que debe haber bajo el paraguas de un plan estratégico ordenado es que Córdoba se venda como destino, no el Palacio de Congresos es un destino, ni el recinto ferial tiene por qué ser un destino, sino que el destino es Córdoba y debemos tener todos los equipamientos a disposición del cliente para que pueda elegir. Hay determinados eventos que nosotros no podemos atender. Es más, la gestión debería ser coordinada de forma complementaria y podemos incluso hacer sinergias o alianzas estratégicas en el plano comercial para abordar desde la ciudad oportunidades que existen. Aprovecharíamos y ahorraríamos costes de comercialización. Así que estoy totalmente abierto a que haya otros espacios siempre que paguen la factura, que no ocurra como en algunos espacios públicos donde no se cobra al cliente y, cuando es una oenegé, una fundación, una entidad sin ánimo de lucro o una actividad social que redunda en la sociedad, vale. Lo que no puede el Palacio de Congresos es competir con espacios públicos que se están cediendo gratuitamente. Eso hay que regularlo y hay buena disposición por parte de los representantes institucionales actuales y espero que con los futuros igual, porque es una actividad que se podría contemplar como una competencia desleal o como un agravio contra los intereses de una empresa y de las que prestan servicios auxiliares.

- Para embarcarse en un viaje en el que tardará 18 años en llegar a su destino debe tener muy claro que el rumbo que ha escogido es el correcto. ¿Qué le ha llevado hasta aquí?

-El destino no está dentro de 18 años sino que es diario y cada día nos levantamos con un mapa y una hoja de ruta, un guión, un plan estratégico y de negocio, que estamos ejecutando pero adaptándonos a los cambios y evoluciones que hay en el entorno, porque el turismo y, sobre todo, el de congresos, es una actividad muy sensible a cualquier cuestión política, estratégica, económica, climatológica, o sea, a todo lo que le puede afectar. Tenemos una hoja de ruta bien clara y el destino no es un objetivo sino que el destino es el viaje y nosotros estamos en ese viaje. No me planteo esto como un trabajo, sino como un servicio a mi ciudad, como una empresa con ánimo de lucro legítimo pero desde una plataforma donde se puede ayudar a muchas personas y empresas y a tu ciudad y, por qué no, ganar dinero en el camino. Arriesgamos y compartimos este beneficio con multitud de empresas que están homologadas y participando de la actividad del Palacio.

-¿Cuál es su plan de negocio?

-Hay proyectos que están en fase de desarrollo que no vamos a compartir. Cuando llegue el momento se compartirán porque la competencia y los operadores están pendientes y la ciudad es pequeña y puede haber una interpretación errónea. En algunas ocasiones se da la circunstancia de que cuando alguien va a tomar una iniciativa, antes de que vea la luz, ya se la han reventado. Voy a ser prudente y a decir las cosas cuando estén materializadas. A corto plazo intentamos poner la piezas en su sitio y se están poniendo desde el punto de vista congresual, en la línea de negocio corporativo, en la de gestión cultural y en eventos propios. Fuera de Córdoba tenemos personas en Madrid visitando empresas de más de 500 trabajadores para hacer paquetes turísticos para abrir eventos corporativos a la ciudad. La sede es el Palacio pero el destino es Córdoba y en la parte congresual hay un proyecto importante que se va a consolidar con los prescriptores locales, tanto de las universidades como de los distintos hospitales, que al final son los que traen los congresos a Córdoba.

-¿Qué puede ofrecer que no haya tenido antes el Palacio de Congresos?

-Hay una parte que es la del auditorio, en la que hemos hecho una experiencia en diciembre dando un contenido de actividades musicales que con el anterior concesionario no estaban contempladas. Lo que hay que ver, más que comparar con las actividades que había, es el modelo. El modelo de la concesión actual es incluyente y en él participa la sociedad de Córdoba. Estamos en conversaciones con los sindicatos, empresarios, colegios profesionales, empresas, con aquellos colectivos que se están acercando y a los que les estamos abriendo las puertas para que esto no sea un sitio donde se celebran congresos internacionales. Estamos en la calle Torrijos, frente a la Mezquita-Catedral, donde viene Córdoba a disfrutar de este espacio, y sería muy triste orientarlo solo a un mundo congresual. Queremos que el Palacio de Congresos no solo sea un punto de destino sino también un punto de partida de las cosas que se puedan hacer de Córdoba hacia el exterior y nosotros podemos ser un trampolín o un catalizador de este tipo de actividades, que pueden ser empresariales o sociales. Esa función entre la parte empresarial y social es muy importante. Preparamos un acuerdo con Prode y vamos a intentar que las actividades complementarias tengan personas con discapacidad.

-¿Cuántos eventos han celebrado y cuántos tienen cerrados?

-Del 16 de octubre al 31 de diciembre hubo 21. En ellos no tenemos mucho mérito porque ha habido un efecto llamada y gente muy interesada en la apertura del Palacio de Congresos ha venido a buscarnos. Había eventos que habían bloqueado la fecha porque sabían que iba a abrir. Ahora nuestro plan estratégico, comercial y de comunicación es buscar clientes. Con respecto al futuro, hay más de 70 eventos hasta el 2022, de los que unos están bloqueados, otros están en proceso de negociación y otros están reservados. Lo que está claro es que hay expectación por el destino, no solo por Córdoba, sino también por el Palacio de Congresos, y tenemos la responsabilidad de asumirlo. Necesitamos el apoyo de operadores, comerciantes, hoteleros, restaurantes, instituciones y de los servidores públicos para convertir Córdoba en ciudad de congresos en el sentido de que seamos un referente.

-¿Qué perfil de cliente tienen?

-En el área congresual, tenemos peticiones para el 2021 y 2022 para congresos científicos o de investigación. En cuanto a eventos corporativos, tenemos alguno en el otoño del 2019 y responden a un perfil de empresa de Madrid, Barcelona o Valencia de más de 500 trabajadores. En la parte de gestión cultural, no nos lo planteamos como un negocio sino como un contenido para el espacio que permita tener determinadas actividades que al final son transversales entre ellas.

-¿Qué línea de trabajo sigue para promocionar el edificio?

-No promocionamos el edificio, sino la actividad. Por el contrato público, estamos obligados a gastarnos 31.000 euros todos los años en la promoción de la actividad congresual o de actividades corporativas. Estamos haciendo eventos más de misiones comerciales inversas que de asistencia a foros. En un foro somos uno más pero si hacemos un sobreesfuerzo y traemos aquí al cliente potencial o al intermediario, operadores profesionales de congresos, agencias de viajes especializadas, prescriptores de otras ciudades, tocan el producto y es otro modelo de promoción distinto.

-¿Qué papel deberían jugar las administraciones?

-No podemos seguir con el mismo modelo de hace veinte años porque el mercado ha cambiado. Internet ha cambiado el mundo. Hay que modificar ese modelo. Distinto es que la institución quiera vender una marca corporativa. Pero desde el punto de vista comercial, el 80% del presupuesto hay que gastárselo de otra manera, con inversión y retorno, igual que una empresa, no para el Palacio de Congresos, ni para un empresario concreto, sino para la ciudad. En Córdoba hay un problema, que no hay unión desde el punto de vista empresarial, no hay una plataforma desde el punto de vista turístico. La Confederación de Empresarios tiene un foro de encuentro y un sitio donde estamos todos, y yo formo parte, pero, desde el punto de vista del sector turístico, hay divisiones internas, distintas asociaciones y ni los propios representantes institucionales saben con quién se tienen que sentar. ¿Quién se está aprovechando? Los que están controlando el mercado son los intermediarios, no los empresarios. Eso no tiene ningún sentido. A eso hay que darle la vuelta. El modelo lo tenemos que cambiar y pasa por la unión de los empresarios de la hostelería y, por qué no, unirlos con el comercio, porque la actividad turística es transversal, pero también con la cultura, con los museos, con los espacios que hay en la ciudad y a los que hay que sacar rendimiento. Todo eso se aglutina en un plan estratégico, refrendado por todos los representantes institucionales, que sea atemporal y que cuando haya un cambio de gobierno, no lo metan en un cajón. Yo, desde el Palacio de Congresos, estoy dispuesto a tender mi mano y a poner todos los recursos necesarios para apoyar una iniciativa de este tipo siempre y cuando sea transversal y no esté manejada por tres operadores. Ese plan debe liderarlo un profesional independiente que no tenga servidumbres con el Ayuntamiento, ni con la Junta, ni con los empresarios.

-¿Qué relación tiene con Ayuntamiento, Junta y Diputación?

-La relación que tengo con la alcaldesa es de coordinación total. Con el primer teniente de alcalde la relación es cordial y ya le he trasladado que al modelo del Imtur hay que darle una vuelta. En cuanto a la Junta, lo único que puedo estar es agradecido porque nos ha entregado un edificio, tenemos reuniones de coordinación, la mesa concesional y los flecos que van surgiendo se van resolviendo. Córdoba está perdiendo oportunidades por el retraso de la segunda fase y así se lo he trasladado al presidente de Urbanismo. En cuanto a la Diputación, no tengo una relación tan fluida como la que pueda tener con el Ayuntamiento o la Junta. He invitado a los representantes de la ciudad y el presidente de la Diputación no ha tenido todavía en su agenda un hueco para venir con carácter institucional. La vinculación que puedo tener con la Diputación es a través del Patronato de Turismo con el que en Fitur hemos tenido la oportunidad de presentar el Palacio de Congresos. Pero entiendo que hay mucho por andar, mucho por corregir y los servidores públicos están captando el mensaje y viendo que no vamos a ser un concesionario que se conforme pero tampoco vamos a estar instalados en la queja permanente.

-¿Qué equipo humano hay tras este proyecto?

-Estoy muy orgulloso de haber rescatado talento, experiencia y tres personas del concesionario anterior. No tengo complejo en decir que el concesionario anterior es amigo mío, que le he pedido ayuda informativamente hablando y me ha ayudado, y que he rescatado a tres miembros de su equipo porque llevaban 20 años de experiencia, que, además, son buenas personas. He tenido la oportunidad de empezar a ochenta por hora sin arrancar y gracias a ellas esto ha funcionado como un reloj. Participamos en un proyecto que es tan suyo como mío y están trabajando para su ciudad. Es un lujo contar con un equipo de personas comprometidas e implicadas.