Aunque aún queda por conocerse las causas del daño en la iglesia de San Agustín, el principal sospechoso de partida es un problema que históricamente es el mayor enemigo del patrimonio monumental local: la existencia de una extensa red de acuíferos bajo el casco histórico (que elevan el nivel freático) combinada con una piedra caliza cordobesa muy blanda, más fácil de trabajar pero que multiplica el efecto de capilaridad de la humedad del subsuelo.

El último episodio de esta lucha continua entre el paso del tiempo y el patrimonio monumental saltó a la luz recientemente, a finales de agosto, al conocerse una próxima intervención por parte del Cabildo Catedral en las naves 1 y 2 de la Mezquita-Catedral, por 400.000 euros, para la sustitución de vigas, muy deterioradas y algunas de ellas atacadas por xilófagos. Ciertamente, no se trata de un material pétreo, aunque sí es cierto que hasta las cubiertas de un monumento como la Mezquita-Catedral sufren con la humedad que se transmite desde el subsuelo a través de las calizas y otros materiales, señalaron los expertos.