En las convulsas décadas de los sesenta y setenta, el caballo pura raza español estaba infravalorado en España respecto a la actualidad. Aprovechando la introducción del aceite y el vino españoles en el continente americano, también se introdujo el PRE. El caballo español no estaba al alza en los mercados y se vendieron casi los mejores sementales y yeguas a los países americanos, que siempre han admirado la belleza de estos animales. A pesar de todo, quedaron en España los suficientes ejemplares para seguir manteniendo la calidad y el liderazgo, en una época en que la cabaña caballar no era tan numerosa como antes de la crisis. Pero la raza caballar estuvo en peligro, más que en la actualidad debido precisamente a que era menos numerosa y a que los criterios de selección no eran tan exigentes.