El experto y estudioso sobre la Guerra Civil en Córdoba Patricio Hidalgo Luque abogó ayer por "ser realistas" y "dignificar" las fosas comunes de los cementerios en lugar de afrontar el proceso de exhumación de restos, que ha calificado como muy complejo y económicamente costoso. Hidalgo, que participó en el ciclo Los secretos del archivo con la conferencia Los papeles del juez Garzón: las víctimas de la Guerra Civil en Córdoba , ha elaborado estudios que han sido aportados por el Ayuntamiento cordobés como complemento a la información que le ha requerido el juez Baltasar Garzón.

Afirmó que en la actualidad "se debe imponer el realismo" sobre la exhumación de restos enterrados en fosas comunes en cementerios, ya que sobre éstas se han construido sepulturas en superficie a lo largo de los años. Esto plantea, en su opinión, "dificultades" burocráticas y administrativas para acceder a ellas, sin olvidar el elevado coste que implica el reconocimiento de los cadáveres, un coste que no se ha precisado quién debe asumirlo.

No obstante, cree que una situación diferente se plantea con las fosas que hay en las cunetas y en el campo, en las que los restos pueden haber quedado al descubierto por distintos factores, como riadas o movimientos de tierras. En estos casos considera "humano, lógico y natural" que se exhumen esos cadáveres y que se entreguen a las familias que los reclaman. Según añadió, el problema de los restos de las fosas de los cementerios "se podía haber solucionado hace tiempo" con la "dignificación adecuada de estos espacios", para lo que ha apuntado la posibilidad de instalar algún recuerdo o monumento para todos los fallecidos, ya que en las fosas no solo hay fusilados, sino también víctimas civiles de bombardeos o soldados muertos en combate.

En este sentido, Hidalgo explicó que existe un "gran desconocimiento" sobre la Guerra Civil en Córdoba, que tuvo "muchas particularidades", y mantiene que la represión en la ciudad "no fue planificada" desde el principio, sino que siguió "una evolución" que tuvo un punto de inflexión a partir del cual se hizo más dura, de tal forma que cada responsable "dejó su impronta".