¿Cómo administrar una fuerza de ilusión de tantas decenas de miles de personas como las que ayer se echaron a las calles de Córdoba? La empresa no es fácil, aunque el Córdoba reaparece en Primera con un máster avanzado de manejo de sensibilidades labrado a pulso cuatro décadas, 'summa cum laude' en su último trienio. Solo se me ocurre una cosa ante semejante despliegue de euforia: inyecciones de entusiasmo cuando nos falte. El ejemplo más evidente de lo que hablo se ha vivido a lo largo de esta histórica temporada: cientos de aficionados de incuestionable cordobesismo --insisto, incuestionable-- han hecho del desasosiego bandera que les ha tapado visión y disfrute de buena parte de esta hazaña. Un desgaste, en muchas de las ocasiones, innecesario e incomprendido. Proyectado al futuro que se avecina, y teniendo en cuenta el vaticinio de un año que se presenta a cara de perro por la permanencia, sería recomendable tomarse en general con calma y deleite necesario una liga donde el Córdoba partirá en la cola. Ya saben aquello de cola de león o cabeza de ratón... Sería bueno, por tanto, aunar proyectos, sensibilidades y esfuerzos. Abonarse a la misma humildad que ha aupado a este éxito. Y aprovechar un tren de los que pasan pocas veces en la vida.