Con la proclamación de Manuel Chaves como candidato socialista a sucederse a sí mismo como presidente de la Junta, ya tenemos todos los candidatos, menos uno. Y ese uno que falta no lo sabremos quizá hasta dentro de dos meses, un poco tarde, tal vez, para hacerse una imagen y un cartel como candidato.

Lo de Chaves ha sido un simple trámite para cumplir con que sea el comité director quien lo nombre. Estaba claro que, habiendo dado su aceptación, nadie iba a proponer otro candidato. Sobre todo, porque lo ha hecho razonablemente bien, defiende con ardor los intereses de Andalucía, tiene una honradez personal a prueba de bombas y a la gente le cae bien. Si, además, consideramos que las encuestas le dan conocimiento y valoración más que suficientes, el PSOE lo tenía claro. Otra cosa será dentro de cuatro años, cuando haya que decidir por un rostro y perfil nuevo.

En el PP tampoco ha habido discusión, pero por motivos distintos. Lo de la candidatura a la Presidencia de la Junta de Andalucía lo llevan los populares como una pesada cruz. Hace poco uno de sus máximos líderes exculpaba a Arenas, diciendo que ya había sido dos veces candidato y no había que hacerlo pasar por un tercer trago semejante. A Teófila, sí se la puede obligar una vez más, teniendo en cuenta que no hay otro que quiera y domina en su Cádiz con suficiencia. Pero que ni se lo pregunten --si quieren ser candidatos-- a Pedro Rodríguez, Antonio Sanz, Francisco de la Torre y muchos más. En estas condiciones de partida, el PP arranca como siempre.

El PA designó a su candidato hace mucho tiempo, quizá excesivamente apresurado por la última crisis de Pacheco. Tal vez ahora hubieran tomado otra decisión o de otra manera. Pero están atados a aquel compromiso de hace más de dos años y el linarense --que después provocó una crisis de gobierno para irse a una consejería que le diera más imagen como candidato-- ocupará el cartel y la foto.

No había duda de que el candidato del PSA sería Pacheco, como se ha confirmado hace unos días. El problema es si en esta ocasión --debilitado ya en su Jerez natal-- obtendrá votos suficientes como para sacar un diputado por Cádiz. Si no es así, serán votos perdidos que irán al PA, en alguna medida, o a favorecer a la lista mayoritaria por aquello de la Ley DúHont.

Y quedan los de Izquierda Unida que andan enfrentados en esa guerra de oficiales y críticos en la que sólo cambia el nombre de los bandos según el que obtenga el poder. Esperar a la asamblea de diciembre es tarde, sin duda. Y llegar a ella sin tenerlo claro, es mucho peor. Ni el apoyo de Anguita y Aguilar a los críticos puede decantar hacia éstos la balanza. Por tanto, nada sabremos hasta entonces: si será Valderas, Caballero o Martín Recio, habiéndose autodescartado, según parece, la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar.