ventana a la naturaleza

¿Está a salvo la biodiversidad?

Las estrategias actuales no funcionan para la conservación en su conjunto y debieran redefinirse. Tenemos que cambiar nuestra relación con la naturaleza y nuestra forma de obtener alimentos y aprovechar las sinergias con el mundo de los insectos para controlar las plagas de forma más natural

Hace unos años, cuando se salía fuera de Andalucía a reuniones relacionadas con la conservación de la naturaleza, el resto de comunidades autónomas miraban con cierta envidia la política ambiental y siempre preguntaban que nuevas novedades, publicaciones, etcétera, habían surgido. El avance en protección de espacios en los años ochenta primero y a mediados de la segunda década del siglo XXI fueron manifiestos, sobre todo, hace casi 35 años. Nada más ser transferidas las competencias en la materia, se comenzaron a proteger espacios, y Córdoba fue una pionera con la protección de las reservas integrales de las lagunas del sur en 1984 y el Parque Natural de las Sierras Subbéticas en 1988.

Un año más tarde, de una tacada se protegió mediante una ley casi el 18% del territorio andaluz, que poco a poco fue incrementándose hasta llegar a 1.825.504 hectáreas (20,91%). En nuestra provincia, en relación con las figuras recogidas en esa normativa se encuentran protegidas 135.428 hectáreas que suponen el 9,87% de la superficie provincial, muy alejado del porcentaje andaluz. Las dificultades internas en la administración cordobesa y el poco apoyo de la sociedad en aquel momento lo impidió.

Con el empuje de la Comisión Europea se obligó a los estados miembros a diseñar una red de espacios protegidos que ampliara la base territorial, la conocida Red Natura 2000. En este momento en Andalucía existen 2.682.899 hectáreas acogidas a las figuras de Zonas de Especial Conservación (ZEC) o Zonas de Especial Protección para las aves (ZEPA). De estas últimas, forman parte numerosos espacios naturales protegidos del primer bloque de protección. En conjunto suponen más del 30% de la superficie andaluza. En el caso de la provincia de Córdoba la superficie se elevó a 381.185 hectáreas, algo más del 27%.

¿Está a salvo la biodiversidad?

El Parque Natural Sierra de Hornachuelos. / ARENAS

Se tiende a pensar que es suficiente con la protección que se ha realizado y que el resto del territorio no hay que atenderlo adecuadamente, pero si algo se ha aprendido durante décadas de gestión, es que hay que realizar una conservación activa, la preventiva no es suficiente, y que existen interrelaciones imprescindibles con zonas no protegidas. Especies emblemáticas de los sistemas forestales parecen haber reaccionado bien a las acciones de conservación, caso del lince, quebrantahuesos, buitre negro y águila imperial, entre otros, pero otras no tanto, como el lobo que se extinguió o el alimoche que está en el filo de la navaja. A las aves forestales en estos lugares parece irle bien de manera generalizada.

En muchos espacios naturales se desarrolla una agricultura que no se distingue de la que se practica en el resto del territorio al igual que muchas superficies forestales en lo relacionado con el tratamiento de supuestas plagas, en ocasiones más relacionadas con la necesidad de vender productos almacenados ante una inminente prohibición. Algunos lugares muy frágiles como las lagunas del sur de Córdoba llevan años esperando la ampliación de su área de protección a la cuenca superficial e hidrogeológica que permitan una mejor regulación y orientación de la agricultura que se desarrolla en su entorno, así como la normativa de pesticidas y herbicidas que está más que desfasada y que contempla como compatibles productos que ya están prohibidos.

Abundan las noticias de afecciones ambientales en los espacios naturales protegidos y quizás el que más llama la atención es la gestión del Espacio Natural de Doñana, que a pesar de albergar en su interior una de las figuras de mayor rango de protección, Parque Nacional, no se ha sido capaz de evitar su deterioro a pesar de las alertas de los científicos que allí desarrollan su labor y que pasan por ser los que mejor lo conocen. Siempre se mira hacia otro lado.

Todo ello nos indica que la sociedad en su conjunto no tiene asumida esta protección e incluso tiene detractores a pesar de todos los datos que lo justifican. Desde la pandemia ha surgido un acercamiento a estos espacios que denotan esta idiosincrasia con un comportamiento inadecuado en el medio natural con molestias a especies sensibles, arrojo de residuos y dejando un reguero de señales a su paso.

Las estrategias actuales no funcionan para la conservación de la biodiversidad en su conjunto y debieran redefinirse y aumentar la conservación activa. La gran asignatura pendiente está en los espacios agrícolas. Numerosos estudios están poniendo de manifiesto el declive de los insectos de manera generalizada en las últimas décadas. Se van acumulando estos y las conclusiones suelen ser las mismas, pérdida de biomasa y de especies y, según los especialistas, el futuro será aún peor. Es necesario cambiar nuestra relación con la naturaleza, hay que valorarla y respetar todas sus formas de vida. Tenemos que cambiar nuestra forma de obtener alimentos y aprovechar las sinergias con el mundo de los insectos para controlar las plagas de forma más natural y para ello también se considera necesario empezar con la renaturalización de las ciudades para así comenzar a valorar mucho más a la naturaleza.

* Biólogo

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