El pasado día 2 de febrero se celebró el Día Mundial de los Humedales. Se viene realizando de forma ininterrumpida desde el año 1997 en conmemoración del convenio sobre los humedales, celebrado en Ramsar (Irán) en el año 1971. Este año se ha desarrollado bajo el lema Por la humanidad y la naturaleza como una manera de llamar la atención sobre estos ecosistemas. Desde Naciones Unidas se insta a invertir capital financiero, humano y político para salvar y restaurar los humedales.

En Córdoba se protegieron en el año 1984 seis lagunas, tres de carácter permanente (Zóñar, Rincón y Amarga) y tres de carácter temporal (Salobral o Conde, Tíscar y Los Jarales). Fueron uno de los primeros espacios naturales protegidos de Andalucía. Mediante una ley del Parlamento Andaluz se sentaban las bases para asegurar su futuro, pero una ley no es suficiente, hay que gestionarlas adecuadamente, evitar los problemas que aún persisten y anteponerse a lo que pueda suceder en el futuro, dicho de otra manera, gestionar con altura de miras mirando hacia el largo plazo.

Una ley del Parlamento Andaluz sentó las bases para asegurar el futuro de las seis lagunas protegidas en Córdoba desde 1984

Las lagunas existen porque están asociadas a acuíferos que descargan sobre ellas y las hacen permanentes, o bien su nivel está muy cercano al fondo de su cubeta y ante períodos de lluvias se inundan. El mantenimiento de esos niveles se considera clave para su persistencia. Si mediante extracciones de agua se modifican, disminuyen los aportes o desciende el nivel de base. En la mayoría de ellas se conoce en cierta medida su funcionamiento hidrogeológico fruto de estudios y tesis doctorales. No hay que olvidar que la evapotranspiración hace que en período estival se pierda casi un metro de columna de agua por término medio.

Las lagunas son cuencas receptoras de todo lo que pasa en el entorno de su cuenca hidrológica, es decir, el área de las aguas de escorrentía que terminan en la laguna. Es una superficie fuertemente antropizada por cultivos agrícolas que también pueden tener efecto sobre las aguas subterráneas mediante contaminación, como es el caso de los nitratos. Los productos fitosanitarios que se utilizan pueden acabar en las lagunas más o menos diluidos y si la velocidad de acumulación es superior a la de su persistencia o degradación se tiene evidentemente un problema en potencia.

Vista de la Laguna Amarga, en Lucena. R. ARENAS

En las aguas de escorrentía, sobre todo, en períodos tormentosos, se producen arrastres de material terroso y productos fitosanitarios que junto al agua terminan en el fondo de las lagunas y poco a poco van cegándolas y, en el caso de las temporales, alejándolas del nivel del acuífero y disminuyendo el período de inundación.

Los escenarios futuros sobre el cambio climático prevén una disminución generalizada de la precipitación anual de hasta 180-220 milímetros

La ampliación del área de protección de estas reservas naturales a las cuencas vertientes y a las hidrogeológicas es imprescindible para mejorar su gestión a medio y largo plazo antes de que ocurran efectos indeseados. Esta necesidad fue aprobada por el Patronato de las Lagunas del Sur de Córdoba con una gran visión de futuro, al igual que la regulación de los productos fitosanitarios. Ambas cuestiones deben ser consideradas como primordiales y deben abordarse modificando la legislación actual de estos espacios.

Los escenarios futuros sobre el cambio climático prevén una disminución generalizada de la precipitación anual de hasta 180-220 milímetros; de la precipitación a escala estacional, excepto en invierno; disminución generalizada de la frecuencia de días de lluvia; aumento del número de días y noches cálidas, (60-70 más por año) y disminución del número de días y noches frías, como ya se comentó en otro artículo. Esto traerá consigo un aumento de la evapotranspiración, una disminución de recarga de los acuíferos y una menor aportación de las aguas de escorrentía y, por tanto, un descenso en los niveles, quedando descubiertas las orillas de vegetación de manera recurrente. Queda la incógnita de si la vegetación perilagunar podrá reaccionar a esos cambios de manera efectiva.

En este sentido, el próximo decenio es considerado como clave por los científicos expertos en cambio climático. Es necesario preparar un plan de adaptación al cambio climático que contemple medidas que puedan llevarse a cabo para disminuir sus consecuencias y aumentar su resilencia. La investigación científica sobre estos aspectos debe potenciarse como un compromiso y apuesta estratégica que defina el devenir de estos ecosistemas y así abordar con éxito la gestión del futuro. En esta apuesta también debe abordarse el futuro del resto de lagunas incluidas en el Inventario de Humedales de la provincia de Córdoba. No puede haber dilaciones, es el momento de comenzar a arrancar.