Opinión | La rueda

¡Ruido! ¡Mucho ruido!

Querido/a lector/a, he leído una entrevista que le han hecho a una psiquiatra española. Una señora que estudió psiquiatría para ayudar a su depresiva madre y para aceptar su propia identidad lésbica. Pero por su actualidad y crueldad, lo esencial aparece cuando al hablar de salud mental explica que el suicidio es la primera causa de muerte entre los adolescentes. Realidad escalofriante que ese día el mismo periódico detalla con razones y cifras. Y es que el tema de la salud mental está presente en la vida de los jóvenes, en las aulas escolares y universitarias.

No me extraña. Aunque, con la intención de evitar caer en una fácil y poco fecunda demagogia, reconozco que en este asunto no toda la culpa es de la política en democracia. Es evidente que en esta materia, además, intervienen otros factores. Pero sí que es cierto, y ahí sí que denunció, que nuestras democracias hablan más del presente que del futuro. Son poco intergeneracionales o poco representativas e inclusivas de los intereses de ciertos sectores sociales que, como algunos colectivos de jóvenes, aún no tienen voto. Alguien dijo, con razón, que los políticos del presente no rinden cuentas ante los ciudadanos del futuro. O dicho como diría la psiquiatra de la entrevista, al hablar de los jóvenes hacemos mucho ruido. ¡Sí! ¡Ruido! ¡Mucho ruido! Porque ruido es repetir tópicos sobre la juventud pero, al tiempo, mantener sistemas de estudio angustiosos, deficientes y colapsados servicios sanitarios, dificultades para acceder al trabajo o emanciparse, salarios bajos, imposibilidad de pagar un alquiler, etc. Y es que, ruido, en el fondo, es hablar de la juventud en términos que no tengan como finalidad esencial la prevención y la ayuda para eliminar lo que alimenta sus problemas.

*Analista político

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