Antes de nada, una noticia buena y otra no tanto. La primera fue que de nuevo se abrieron las puertas del coso de la avenida de Vilches para dar comienzo a la feria de la Virgen del Mar, lo malo, que el primer cartel de figuras solo convocó a poco más de media entrada.

El primero del Juli fue un zalduendo terciado, que se tapaba por la cara, y al que apenas hicieron sangre en varas. El madrileño inició su labor por estatuarios, y en ese momento ya se pudo ver la tendencia del astado por buscar la huida, sin mucho ánimo de colaborar. Pero en el cuarto, sí. El toro, el mejor hecho de todo el envío, fue extraordinariamente bravo, y el Juli, que se lució con variedad manejando el percal, anduvo perfecto desde el primer muletazo a la estocada final.

Talavante recibió a su primero alternando verónicas a pies juntos y tafalleras. El último tercio lo inició con pases por alto y, sin más probaturas, se echó la muleta a la zurda para recetar una primera serie al natural simplemente espléndida.

Con la tarde y el ambiente a favor Talavante enterró las dos rodillas en el albero para iniciar la faena al quinto con seis ayudados por alto y otros tantos derechazos, que pusieron los tendidos en ebullición.

López Simón lanceó a pies juntos a su primero, otro toro que fue “indultado” en varas. Brindó al público el joven espada madrileño y, sin más miramientos, echó las dos rodillas en tierra para iniciar la faena de muleta con una serie que despertó los olés más rotundos hasta ese momento.

El sexto fue el más feo del envío, si bien López Simón se esforzó al máximo, de ahí la oreja final.