Francisco, de 56 años, y Francisco Javier, de 35 años, son dos trabajadores de la campaña citrícola en Palma del Río. Junto a una cuadrilla de 20 jornaleros de Sunarán, más uno que rota, cogían naranja en la zona de La Barca, junto al río Guadalquivir. El primero cuenta que fue oficial de primera y la crisis le condujo al campo. Francisco Javier señala que «he estado tiempo sin coger naranja, ahora he vuelto». Compagina la naranja con la hostelería, dice que en verano se va al norte, «hago ferias, empiezo en San Fermín». Han comenzado la campaña más esperada por los trabajadores palmeños y de la Vega el 17 de octubre, terminarán para abril o mayo.

En agosto, la tasa del paro en Palma era del 13,59%, en noviembre bajaba al 11,28%. En los dos últimos meses se han incorporado a trabajar 280 personas, coincidiendo con el inicio de la cosecha citrícola, campaña que alcanzará su mayor producción a partir de enero. La superficie citrícola en Palma es de 3.787 hectáreas, mientras que la Vega suma 11.752 hectáreas y genera 450.000 jornales. Es el cultivo más social de la comarca.

El motor de la economía palmeña está siendo objeto de un análisis en la defensa de proteger el cultivo y toda la cadena productiva, con especial incidencia en el plano laboral que sostiene la economía de tantas familias. El 27 de enero los alcaldes de los municipios citrícolas del Valle del Guadalquivir firmarán una documento que prioriza una competencia leal y legal, proteger el empleo, como el de Francisco y Francisco Javier.