El papa Francisco pidió ayer a los italianos que se nieguen a cualquier tipo de corrupción y de ilegalidad, durante su visita a la ciudad italiana de Caserta (sur) en la que ofició una misa por su patrona, Santa Ana. "Vuestra tierra solicita ser tutelada y preservada, pide tener el valor de decir que no a cualquier tipo de corrupción e ilegalidad, todos sabemos qué nombre tiene esta corrupción y esta ilegalidad, y os pide a todos ser siervos de la verdad y asumir en cada situación el estilo de vida del Evangelio", afirmó Jorge Bergoglio.

Estas palabras resonaron este sábado en la región de Campania (sur), donde actúa la organización mafiosa Camorra. En una misa que ofreció en la plaza de Carlos III, frente al Palacio Real de Caserta, donde ya estuvo san Juan Pablo II el 23 de mayo de 1992, Francisco instó a los fieles católicos a "decir no al mal, a la violencia y a la vejación" para vivir, así, "al servicio de los otros y en favor de la legalidad y del bien común".

Estas fueron las reflexiones del máximo representante de la Iglesia católica realizadas un mes después de aquel discurso duro, dirigido contra las organizaciones criminales italianas, en el que Bergoglio excomulgó a los mafiosos durante su visita a Calabria, el pasado 21 de junio.

La visita de ayer fue muy breve, de apenas cuatro horas, aunque Francisco tiene previsto regresar a esta ciudad, situada al norte de Nápoles, el próximo lunes, para un encuentro privado con su amigo y pastor evangélico Giovanni Traettino.

MISA MULTITUDINARIA A las 15.48 hora local (13.48 GMT), Bergoglio aterrizó en el helipuerto de la Escuela de Suboficiales de la Aeronáutica Militar italiana en el Palacio Real de Caserta y lo hizo bajo la atenta mirada de decenas de fieles que le aplaudían y coreaban su nombre. El obispo de Roma recorrió en su papamóvil la distancia de pocos metros que separa el helipuerto de la entrada principal del Palacio Real, donde se reunió con los sacerdotes de la diócesis.

Terminada la reunión, el máximo representante de la Iglesia católica recorrió en su vehículo la plaza de Carlos III, frente al Palacio Real de Caserta, donde ofició una misa por la patrona Santa Ana. Allí, le esperaban cerca de 200.000 personas, según los organizadores, que desafiaron al calor y a la lluvia y, resguardados con paraguas y chubasqueros, esperaron desde primera hora la llegada de Francisco. Algunos incluso pasaron la noche a la intemperie para intentar verlo de cerca.