Una de las personas que admiro es al compañero periodista Francisco Solano Márquez, que en su día me prohibió taxativa y expresamente que le elogiase en público. Pero yo, ni caso. No me pesan las traiciones si con ello se hace justicia. Porque, ya digo, le admiro como periodista e investigador serio y riguroso y por no tener miedo de emprender proyectos nuevos por muy faraónicos que sean: Dirigir la naciente Voz de Córdoba, la enciclopedia de los pueblos de Córdoba o montar casi desde cero los gabinetes de prensa de la nueva etapa del Gobierno Civil y de la Delegación del Gobierno de la Junta. Pero, sobre todo, lo que envidio (y no sanamente) es esa juventud mental que tiene a sus 70 años. Porque, verán, uno es joven mientras que tiene el espíritu inquieto. Y todos los compañeros sabemos que Francisco Solano estará cualquier día ilocalizable a partir de las 8 de la tarde, si no está constipado como ahora, porque estará disfrutando de una exposición, oyendo una conferencia, asistiendo a un concierto, participando en un debate, divirtiéndose con un taller...

Y digo todo esto no por Paco, sino para contestar a una amiga (a la que también quiero mucho) que me criticaba la, según ella, cateta y pobre actividad cultural de Córdoba a diario. Por supuesto, Córdoba no es Nueva York ni Londres, pero ¿vieron ayer la reducidísima agenda de actos de este periódico? Una conferencia de Desiderio Vaquerizo para remontarse a los orígenes de Córdoba 2.000 años antes de los romanos, la disertación cofrade de José Luis Romero sobre San Rafael, un concierto de música sefardí, otro de jazz; canciones, ópera y zarzuela en Orive, la última sesión en el Gran Teatro de la obra Feelgood con toda su carga de reflexión, Susana Calvo hablando ayer de la Mezquita en la Casa Arabe, la Mezquita--Catedral con la exposición de Teno (chapó) y, en el interior, la muestra Córdoba conventual (chapó y chapó. Por cierto ¿cuánto hace que por simple gusto no se ha dado un paseo por la Mezquita en lugar de perder el tiempo hablando sobre ella?). Además de la presentación de Mamen Domingues en el Museo de Bellas Artes, el Premio Nacional de Narrativa Rafael Chirbes en la Filmoteca... ¡Y hasta un taller de globoflexia en la sacrosanta Feria del Libro! Abrumador.

Y el dinero no es excusa. La práctica totalidad de los actos culturales son de entrada libre.

Pero no crean que digo esto como reproche general a los cordobeses por no aprovechar estas oportunidades culturales. Me lo digo a mí mismo, que cada vez que consigo disfrutar de unos días libres lleno mi agenda de actos a los que me gustaría (y debería) ir y, al final, me encuentro casi todas las noches en el sofá e incumpliendo los planes. "El camino del infierno está empedrado de buenos propósitos", dice el refrán.

El caso es que a alguno ya le he dicho medio en broma medio en serio que "de mayor quiero ser Francisco Solano Márquez" por esa disciplina a las 20.00 horas de cultivarse el alma. Lo peor es que me voy haciendo mayor y no consigo, como él, mantener mi espíritu inquieto ni mi mente joven en una ciudad que, a poco que uno se esfuerce, te da infinitas oportunidades para ello. Ese es mi pecado, del que no tengo perdón ni me atrevo a pedirlo.