Pedro Sánchez sigue con su monomanía contra Rajoy. La salida a escena reciente pidiendo que presentara la dimisión ante el Rey deja al Señor de los Militantes en la tierra media de los paranoides. Algunos pueden creer que este desvarío de Sánchez nace y muere en su patética comparecencia. Pero no es así. Ese odio hacia Mariano Rajoy y por ende hacia el PP le está acercando a los extremistas de izquierdas y a los secesionistas. Dicho de otra manera: Sánchez está dispuesto a vender su alma al demonio por tal de ver a Rajoy hundido, aniquilado, defenestrado, exterminado.

Todo esto no pasaría de un caso de manía patológica común si la cosa solo quedara entre la víctima y su agresor. Pero por desgracia esto no es así. Lo queramos o no Rajoy y su gobierno nos están sacando de la crisis. Las cifras están ahí. La última Encuesta de Población Activa (EPA) ha revelado que el número de parados ha bajado de los cuatro millones por primera vez desde principios de 2009. Y los que vemos la vida con nuestros propios ojos como buenos y sufridos ciudadanos, también nos percatamos de cómo las sombrillas que no estaban a pie de playa en estos últimos años, este verano empiezan a estar ahí. Las familias de siempre con sus pequeños, sus cubos y palas, sus hamacas y por supuesto sombrillas, comienzan a estar de donde nunca debieron de irse: de ese cacho de Estado del Bienestar que le corresponde a un ciudadano de un país como España. Pero lo mismo que hay políticos y políticas que posibilitan la recuperación económica, hay otros de la misma especie que nos hunden en el fango.

Dicen los conciliábulos que Pedro Sánchez quiere echar a Mariano Rajoy de la Moncloa aliándose con los extremistas. Un servidor se lo cree visto lo visto, y no quiere ver más playas sin sombrillas, año tras año. Que es lo mismo que decir que no quiere más familias mordidas por el lobo de la crisis. Si Sánchez y su monomanía megalómana nos hacen votar anticipadamente, un servidor vota por las sombrillas.

* Mediador y coach