Avanza la cuaresma y el pueblo cristiano prosigue su caminar hacia la Semana Santa, celebrada en el esplendor de la liturgia y vivida por la religiosidad popular, de la mano de nuestras hermandades y cofradías. Se preparan ya las imágenes y los pasos, se perfilan los últimos detalles para la estación de penitencia, que este año, en Córdoba, estrena nueva carrera oficial, con lo que ello supone de innovación, por una parte, y de emoción por otra, con la entrada de nuestras imágenes en la catedral, enlazando sentimientos y anhelos con la Iglesia Madre. El Papa Francisco ha querido ofrecernos el telón de fondo de las celebraciones, dedicando 15 audiencias generales a exponer los rasgos de la esperanza. «¡El optimismo defrauda, la esperanza no!», ha gritado el pontífice a miles de peregrinos en la plaza de san Pedro. Francisco constata que «la vida es a menudo un desierto», o «un éxodo largo y complicado». Pero la historia de Israel muestra tambien que Dios con su amor camina con nosotros. Cada uno de nosotros puede decir: «Yo espero, tengo esperanza, porque Dios camina conmigo. Camina y me lleva de la mano». A diferencia del optimismo y del pensamiento positivo, que dependen de la capacidad de cada cual de ver el lado favorable de las cosas, la esperanza «no está fundada sobre eso que nosotros podemos hacer o ser, y tampoco sobre lo que nosotros podemos creer». Hay muchos motivos para la esperanza porque Dios ha hecho una promesa: viene «a realizar algo nuevo, a instaurar un reino de paz, a traer libertad y consolación. El mal no triunfará para siempre, hay un fin al dolor». Es más, «la esperanza cristiana es la espera de algo que ya se ha cumplido, porque Cristo en su resurrección, ya ha vencido el mal. En ese camino «de la esclavitud, a la libertad», Dios acompaña con su misericordia y ofrece siempre la oportunidad de un nuevo comienzo. «Cada paso, subraya el Papa, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada recuperación, todo tiene sentido dentro del proyecto de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor».

* Sacerdote y periodista