En los trances duros los señoritos loan a la patria y la venden, mientras el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre" (Antonio Machado).

La negociación colectiva, las vacaciones pagadas, la indemnización por despido, el permiso por maternidad, las jornadas de 8 horas diarias o 40 semanales, la prestación por desempleo, las horas extraordinarias, el salario mínimo, o cualquiera de nuestros derechos conquistados, no se consiguieron a base de ejercer la "libertad para ir a trabajar" en un día de huelga. Pese a ello no se tiene noticia de que ningún esquirol haya renunciado ninguno de ellos.

La separación de poderes, el sufragio universal, la abolición de la esclavitud, el derecho de reunión, la libertad de expresión, el Estado de Derecho en definitiva, no ha sido una graciosa concesión de los poderosos al pueblo. Todos los derechos sociales y laborales de los que hemos venido disfrutando hasta hace bien poco han sido conseguidos gracias a la lucha, al esfuerzo y a la vida de miles de trabajadores y trabajadoras a lo largo de la historia.

Y ahora todo eso está en juego. La brecha entre capital y trabajo, entre economía real o productiva y economía especulativa o financiera, se agiganta día a día, gracias a un capitalismo financiero salvaje que ha conseguido derribar todas las barreras preexistentes para imponer sus tesis y socializar las pérdidas, privatizando los beneficios. El libre albedrío del capital, contrasta con la situación de vasallaje a la que se esta sometiendo a la clase trabajadora, la última reforma laboral asegura la condición necesaria para esta opresión: largos años con una tasa de paro por encima del 20% que pone a disposición de los patronos una ingente masa laboral dispuesta a trabajar por menos que techo y comida. En estas circunstancias un puesto de trabajo, público o privado, funcionario, indefinido, laboral o temporal, ya no es garantía ni de bienestar ni de supervivencia. Un despido, un accidente, una enfermedad, un divorcio, incluso un embarazo, algo que antes era un revés superable en la vida, puede hoy dejar a cualquiera --también a tí que nos lees-- a merced de los poderosos. Puedes pasar del lujo al lumpen en cuestión de semanas. Y sin protección alguna. Se llama violencia estructural. Mata silenciosamente, condena sin juicio, asfixia a la vista de todos, pero nadie parece ver las manos que aprietan. Se llama violencia cultural. Y cuando sus mensajes calan, como han calado en las masas trabajadoras, toda ruina es posible. Aquí, hoy, nos vemos gobernados por la peor oligarquía de Europa. En Alemania ya saben quien llegó al poder por similares métodos.

Es posible que todos tengamos parte de la responsabilidad (unos mucha más que otros), que hayamos estado algo adormecidos por la concertación y no hemos sabido ocupar a tiempo el espacio que nos es propio. Espacio que estamos recuperando duramente, tendiendo puentes a toda la sociedad, no sólo para la convocatoria de esta Huelga General, sino para poner encima de la mesa las soluciones políticas necesarias.

Es difícil encontrar más motivos para convocar una huelga general que por los que nos movilizamos el 14-N, estamos en emergencia social y no hay ningún tipo de políticas sociales y económicas que nos permitan otra cosa que no sea el profundizar en la catástrofe, en más de lo mismo. Los PGE presentados por el gobierno del PP son una perfecta máquina de destrucción del empleo y del empobrecimiento del Estado de Bienestar, mantienen las injusticias, las ineficacias y van en contra de la personas y a favor de los acreedores de la banca. Más políticas demoledoras que nos dejan sin futuro.

Con la Huelga General del 14-N señalamos los culpables y exigimos las soluciones para rescatar a las familias, activar la economía y generar empleo, sacando el dinero de donde lo hay, proclamando el derecho a que nuestros depósitos bancarios no sean utilizados en nuestra contra, regulando los mercados, una reforma fiscal progresiva, erradicando el fraude (desde la amnistía fiscal del PP ha salido de nuestro país más de 250.000 Millones de euros a los Paraísos fiscales).

Dicen por ahí que es una huelga política. ¿Si? ¿Y qué?

*Secretario General de UGT-Córdoba