El libro es noticia, y la presentación de los autores y sus obras, en la Feria del Libro, noticia de sociedad. De nuevo, nos encontramos ante la palabra, escrita, hablada o visualizada, "el imperio de la palabra", del que tanto gustaba hablar a García Márquez. El mismo, en su discurso ante el I Congreso Internacional de Lengua Española, hizo un canto encendido de la palabra: "Nunca como hoy ha sido tan grande su poder. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual". Alguien, estos días, me enviaba una postal con motivo del Día del Libro, y me ofrecía un encendido y poético elogio a la palabra: "Son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas. Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... ¡Amo tanto las palabras! Las inesperadas, las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema". Y hasta el Papa nos invita a que indaguemos en los nuevos signos de la comunicación, "una nueva carne para la transmisión de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales, e incluso aquellos modos no convencionales de belleza, que pueden ser poco significativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos para otros". Ahora la palabra se hace letra impresa, titulo atrayente, libro en el escaparate, historia, argumento y vida en tantos personajes. Los libros salen a la calle, en plan de fiesta --de ahí que lo denominemos feria--, y quieren reclamar nuestra atención. Será bueno buscar ese libro que nos espera para iluminar nuestro camino y alentar nuestros pasos.

* Sacerdote y periodista