La noche de la contundente victoria de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE sus partidarios en la puerta de la sede del partido en Ferraz, eufóricos, coreaban ¡Presidente!, ¡Presidente! No dejaba de chocar aquel optimismo, aunque la verdad es que la amplísima cobertura de los medios de comunicación a esta convocatoria, como si realmente se tratara de unas elecciones generales, pudiera justificar este adelanto del futuro ansiado entre sus correligionarios y necesario para una revitalización de las políticas de izquierdas. Animaba mucho a las gentes de izquierda su “no es no” radical a Rajoy, las críticas a las políticas de austeridad, y ese canto de la Internacional con el puño alzado con el que terminaba Pedro Sánchez los mítines en las primarias. ¡Ah, cómo emborracha todavía ese vino viejo en odres nuevos!

Pero la verdad es también que, aunque se ha tratado de echarle un cable a un partido herido por sus luchas internas y agotado en las propuestas ideológicas de una socialdemocracia que ha perdido, aquí y en otros países, el espacio dominante de que gozaba en los años anteriores al neoliberalismo, la verdad es, digo, que queda mucho camino por recorrer. Si se aprueban los presupuestos, como es de esperar, tenemos Rajoy para rato.

Miren, si no, cómo Podemos, tras la victoria de Pedro Sánchez, propuso, oportuno si no impaciente, retirar la moción de censura al Gobierno del PP y dejar la que presentara el PSOE, cuyo tenaz secretario general se postularía como candidato. Pero, según se ve, el PSOE no va a apoyar la moción de censura de Podemos contra Rajoy ni es de esperar que proponga la suya propia. No es el momento oportuno, dicen, que el PSOE, convaleciente, no está todavía para estas gaitas.

Y aún hay más. De momento, a aquellos que claman por un adelanto electoral Rajoy les ha respondido, con inusitada presteza, que no disolverá las Cámaras en aras de la “estabilidad” y que no le preocupa la corrupción en su partido. Preocupante. Entonces, ¿cómo y cuándo se va desbancar al PP de la corrupción y ser presidente de la nación el señor Pedro Sánchez? ¿Dentro de cuatro años? Decía Albert Camus que si esperamos para actuar a que todo cuadre, habremos de esperar mil años. ¡Y yo que tenía entendido que la política era la solución a los problemas de hoy en la dialéctica entre la realidad y la utopía!

Se abre, pues, un camino de soledades para los dos líderes que pugnan por representar a la izquierda. Probablemente Pedro Sánchez intente por sí solo vencer a Rajoy en una estrategia de desgaste parlamentario y no aparecer como “una sucursal de Podemos”, como le tacha, malévolo, el portavoz del PP, Rafael Hernando, que sabe mucho de las sucursales del Ibex-35. Y Pablo Iglesias vaya a la moción de censura el martes, trece de junio, como el llanero solitario para ofrecer su programa de gobierno, que ya se previene será catalogado de sucursal del populismo. Como dicen en su pueblo, el uno por el otro y la casa sin barrer

* Comentarista político